La Argentina se encamina a su tercer mes consecutivo con una inflación de piso o superior al 7%. En los próximos días, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dará a conocer el número exacto para septiembre. Desde enero, hay un 56,4% de inflación y pasará el 63%. Si se la mide de forma interanual, llegará al 85%. En este contexto, el sindicalismo cercano al kirchnerismo presiona por aumentos salariales en torno al 100%.
Al poco tiempo, el secretario adjunto de Camioneros, Pablo Moyano, disparó: “Vamos a pedir más de 100% de aumento”. Las negociaciones con las cámaras del sector se iniciarán esta semana. La primera audiencia será el martes.
“Nosotros vamos a ir con un pedido concreto de un aumento importante hacia los trabajadores camioneros, el pago de un bono a fin de año y el aumento de un montón de adicionales. Que no vengan los empresarios con dos pesos con cincuenta. Si no, como siempre ha hecho nuestra organización, se discutirá y peleará el salario en las calles”, aseguró el dirigente gremial en declaraciones a CNN Radio la semana pasada.
Por otra parte, la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines (Ftciodyara), el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA) de San Lorenzo, las empresas y la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) iniciaron el pasado jueves de manera formal las negociaciones paritarias.
Los aceiteros llegan envalentonados a la negociación, ya que las compañías exportadoras acaban de liquidar millones de divisas gracias al dólar soja que implementó Sergio Massa desde su llegada a Economía.
Aceiteros lleva acumulado un incremento 64,3% tras la revisión paritaria que tuvo en julio último. Allí se definió un salario inicial de $184.000 desde el 1 de julio y volver a negociar en agosto por precios, algo que se adelantó dada la alta inflación registrada en el período.
Crece el descontento en el sindicalismo K y cuestionan a Moroni
El largo conflicto con el sector de los neumáticos dejó en la cuerda floja al ministro de Trabajo, Claudio Moroni. Tras ser ubicado desde hace mucho tiempo por la vicepresidenta, Cristina Kirchner, dentro del lote de los “ministros que no funcionan”, el sindicalismo kirchnerista ahora también salió a manifestar su descontento y presiona por su salida.
“Un conflicto sindical no pude durar cinco meses y habría que haber buscado otra veta para resolverlo”, señaló el domingo el titular del gremio de canillitas y dirigente cercano al moyanismo, Omar Plaini, en declaraciones a FutuRock. Una crítica que, sin mencionarlo, tiene un único y claro destinatario.
El funcionario quedó muy debilitado por haber estirado la solución del conflicto a un punto dramático y dejándolo mal posicionado para las próximas negociaciones.
El amigo de Alberto Fernández sobrevivió, aunque en su entorno deslizan que su renuncia está a disposición. Si no se ha corrido, hasta ahora, es por el respaldo de la CGT.
Los sectores de “los Gordos” y “los independientes” de la central obrera están convencidos de que la Vicepresidenta quiere en esa butaca a alguien de su paladar, como Mariano Recalde, y por eso respaldan a Moroni. Una relación en las que los une el espanto.
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