Un hombre le donó un riñón a su esposa y le salvó la vida

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Un matrimonio salteño se siente más unido que nunca, luego que Ariel López, de 38 años, le donara un riñón a su esposa Ruth Ivana Chavez, de 37.

El pasado martes 1 de agosto se realizó la intervención quirúrgica que le puso fin a los tres años de diálisis que la joven mujer debió afrontar; aunque siempre con el apoyo de su marido y sus dos hijos, un varón de 16 años y una nena, de 12.

“Desde un principio le había ofrecido el riñón;(…) siempre confiamos en Dios, desde hace tres años cuando estuvo en terapia intensiva siete días”, contó a Cadena 3 Ariel, quien al igual que su esposa es oriundo de Rosario de la Frontera.

Relató, además: “Desde ese momento empezamos con los estudios para el trasplante; ya estoy trabajando de nuevo, me recuperé; es algo maravilloso, estamos muy emocionados y felices todos por lo que sucedió”.

Por su parte, Ruth dijo a Cadena 3: “Acepté porque confiamos en que Dios hace cosas maravillosas y yo me siento de diez, genial, una nueva vida; es el acto de amor más grande hacia un ser humano”.

«Yo estaba en la lista de espera para el trasplante. Ariel me insistió mucho, me terminó donando una parte de su cuerpo, una parte de su vida», dijo.

«Él veía mi padecimiento con las constantes diálisis, por eso quería hacerlo», explicó asó el tierno y valiente gesto de amor de su marido.

Y contó que su enfermedad surgió en 2005 a raíz de su último embarazo: «Ese fue el detonante, en ese momento comenzó y con el paso del tiempo se convirtió en una insuficiencia renal terminal», indicó.

Luego recordó ese momento tan especial: «Nos internamos juntos en la provincia de Tucumán. La cirugía para el donante es muy dolorosa, es muy grande».

«Me cedió parte de su riñón, y automáticamente después del implante yo empiezo a orinar, algo que casi ya no hacía», relató.

«Lo que hizo Ariel es impresionante», expresó.

Por su parte, su hijo mayor Ezequiel dijo a Cadena 3: «Ahora está más con nosotros, estamos muy agradecidos con mi papá, no cualquiera hace eso».

Y la pequeña Sofía, de 12 años, concluyó: «Soy feliz».

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