Después de horas de tensión e incertidumbre que generaron muchas especulaciones, los primeros resultados oficiales de las elecciones presidenciales de Honduras daban al opositor Salvador Nasralla, de la izquierdista Alianza de Oposición contra la Dictadura, una ventaja de casi cinco puntos sobre el actual mandatario, Juan Orlando Hernández, del conservador Partido Nacional.
Con el 57% de las boletas escrutadas, Nasralla tenía un 45,17% de los votos frente al 40,21% de Hernandez, con una diferencia de más de 90.000 sufragios, según informó de madrugada el presidente el Tribunal Supremo Electoral, David Matamoros.
El anuncio de Matamoros, que se había comprometido a no dar datos hasta que no se tuviera una «muestra estable», era contrario a los datos que poco antes había ofrecido Hernández, que insistió en su victoria desde el cierre de las urnas y de madrugada dijo incluso que aventajaba a Nasralla en siete puntos.
La actitud del tribunal demostró lo ajustado de la contienda ante una situación «crítica», señaló el sociólogo Julio Navarro.
Nasralla anunció su victoria a medianoche del domingo con un margen ligeramente menor que el reportado por el tribunal electoral porque, según dijo, el dato contemplaba casi el 70% del escrutinio.
«No hay manera de dar vuelta a este resultado», sentenció el candidato izquierdista. «Soy el nuevo presidente de Honduras (…) vencimos el fraude del gobierno».
Pese a la tendencia de voto de izquierdas, en el Congreso se imponía el Partido Nacional de Hernandez, de acuerdo con datos también parciales.
Durante las horas en las que no hubo avances en el recuento se multiplicaron los llamados a la calma y varios observadores internacionales pidieron transparencia a las autoridades ya que, tras haber sufrido un golpe de Estado hace menos de una década, era necesario dar confianza en las instituciones.
«Estamos cuidando tus votos como nunca antes, hemos observado minuciosamente y procesado en pro de la transparencia del país», dijo el tribunal electoral en su cuenta oficial de Twitter a primera hora del lunes.
Luis Zelaya, del Partido Liberal, que se situaba en un lejano tercer lugar con el 13,77% de los votos, fue el único cauto desde el principio y se limitó a exigir transparencia.
El revés del tribunal electoral al presidente parecía espantar el fantasma del fraude, aunque Hernández pidió a los suyos que tuvieran paciencia. «Vamos bien», destacó añadiendo que hay que esperar hasta que termine el recuento.
«Que haya paz, tranquilidad, que no haya problemas», dijo un votante, Luis López, por la tarde de forma casi premonitoria. «Que el que gane, gane, y que el que pierda reconozca que ha perdido. Eso es lo que queremos».
La Coalición de Observación Electoral hizo un llamamiento similar en un comunicado en el que apelaba a la «sensatez» de los candidatos y al «respeto a la institucionalidad» para generar la tranquilidad y la legitimidad que el proceso electoral necesita.
Nasralla, ingeniero de formación, es un popular locutor deportivo y presentador de uno de los concursos televisivos más famosos del país y era el aspirante más «outsider», como lo definió el expresidente Manuel Zelaya, su hombre fuerte, al recordar que los políticos no tradicionales son los que se están imponiendo ahora en todo el mundo.
Zelaya fue objeto de un golpe militar en 2009, que contó con el apoyo del Partido Nacional de Hernández. Aliado entonces del venezolano Hugo Chávez, estaba acusado de conspirar para lograr la reelección, algo prohibido por la Constitución. Eso, sin embargo, es a lo que aspiraba ahora Hernández tras un fallo de la Corte Suprema de 2015 que dijo que la Carta Magna hondureña no podía impedir que un presidente volviera a postularse al cargo.
La decisión judicial indignó a la oposición, que acusó a Hernández de pisotear a las instituciones del país con el objetivo de afianzarse al poder.
Hernández, aliado de Estados Unidos, contaba con cierta popularidad debida sobre todo a una caída de la violencia en el empobrecido país centroamericano, cuyo índice de homicidios llegó a ser uno de los peores del mundo.
El mandatario ha utilizado a los militares para combatir la delincuencia, recibió elogios del vicepresidente estadounidense, Mike Pence, y advirtió que sus rivales llevarían a Honduras hacia una crisis similar a la de Venezuela.
Pero las acusaciones de corrupción han ensombrecido su gobierno. Un narcotraficantes acusó a su hermano en un juicio en Nueva York de haber recibido sobornos del crimen organizado y funcionarios de su gobierno se ha visto vinculados directa o indirectamente en la trama que llevó al asesinato de la prestigiosa ecologista Berta Cáceres el año pasado.
Ambito