La relación entre el arte y el poder no tiene origen. Sería muy difícil precisar estos dos elementos cuándo se unieron y cuándo se separaron, sin embargo en la micropolítica, en la cotidianidad de una época, es más fácil pensarlo. Por ejemplo la amistad entre Horacio Guarany y Carlos Menem tenía un elemento en común: las farras.
Así lo contó el folclorista, hoy fallecido, en 2012 en una entrevista con Página/12, cuando le preguntaron si era menemista. «Soy amigo de Menem, como lo soy de Alfonsín, de Duhalde o de Pierri. Soy amigo de Menem por las farras que hacíamos juntos, pero menemista no… ¡Menemista, las pelotas! Después me enteré de que Menem era liberal y yo soy comunista, mirá vos», dijo.
Pero su amistad fue tal que, de hecho, aquella famosa frase que se volvió un emblema de la campaña del riojano («Síganme, no los voy a defraudar»), fue creada casi inconscientemente por Guarany.
«Yo nunca apoyé políticamente a Menem, pero soy su amigo. Yo hablo del hombre, no del político. Cuando me dijo que iba a postularse para presidente, le dije: ‘Carlitos, yo sé que vos no nos vas a defraudar’. Y de ahí salió después el eslogan…», le dijo en 2002 al diario Los Andes.
Se ha desligado luego de esto de la política. Quizás fue demasiado para él haber quedado «pegado» a un peronista liberal, siendo él un comunista. Se alejó lo suficiente como para mantener la distancia crítica. En los últimos años no llegó a apoyar formalmente a Cristina Fernández Kirchner pero aseguró «estaba muy bien».