Jorge Lanata vuelve a la TV con Hora 25: “Los políticos me tienen cansado, ya no les creo nada»

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Lanata no puede dejar de ser Lanata. Cuando dice que se está recuperando de a poco y que bajó mucho el nivel de actividad, hay que traducirlo a sus términos: radio, PPT desde mayo y Hora 25, el histórico formato radial de las noches de Rock&Pop —ustedes eran muy chicos— desde este lunes, por TN. Es cierto que, en su bullicio creativo, algunas cosas deberán sacrificarse, como sus columnas de los sábados en el diario Clarín —”me levantaba los viernes a las cuatro de la madrugada para escribirlas, y al final tuve que decir basta”. O posponerse, como Codicia, el formato de ficción sobre la ruta del dinero K que se rodará el año que viene, en lugar de este. Lanata sí está trabajando en los guiones, con un equipo formado por Marisa Guerstein, Víctor Tevah y Tamara Florin.

“Y estoy con un proyecto grande para el año que viene. No sé si contarte. Es la duda que tengo”, juega, en una entrevista telefónica dominguera de esas que abren temas que podrían dar para sentarse a charlar durante horas. Y que vuelve a perfilar al Lanata sin pudores frente al egotrip ni falsas modestias, faltaba más.

-Estás en la radio, volvés con el histórico Hora 25 y, más adelante, con PPT…

-El año que viene será el último en los medios. No hago más televisión, ni radio, ni escribo más en los diarios. Voy a hacer un período de transición con Mitre, probablemente el año que viene el programa dure menos conmigo. Y no me voy a quedar al velorio. Mirá, en un momento participé activamente de la renovación de un periodismo, en la gráfica, en la tele, pero para mí ahora esto se terminó. Voy a cerrar esa puerta y a abrir otra. Vamos a laburar en todas las redes, a partir de una cosa central, un vlog, o en Facebook o en YouTube, con contenidos distintos en WhatsApp, Telegraph, Instagram, en el resto de las redes. Es un proyecto que tiene un nivel de desarrollo de tres años y vamos a empezar el año que viene. Nuestra idea global es tratar de quedarnos con el español. No sería desde acá, no necesariamente, porque la idea es que no hay más países, hay idiomas, que son los que van a dividir los contenidos, y no se labura más en un solo lugar. De hecho el año que viene estaré quizá una parte en Uruguay y otra acá. Pero no hay lugares. El lugar es todos. Un ejemplo de lo que quiero hacer, aunque muy grande, es el blog de Will Smith, que tiene 350 millones de seguidores. Está en todo el mundo. Esta semana se fue a pescar con tiburones en Centroamérica e hizo una grabación de la que adelantó unos minutos en YouTube. Y hace entrevistas, habla con su familia, de cualquier cosa, no específica.

-¿Cómo ves a los medios?

-Estamos en una discusión, en los medios, totalmente mediocre y atrasada. Y no estamos pensando cómo hacer para renovar esto, que igual se renueva. Primero hay que hacer un gran upgrade de qué está pensando el mundo: hay millones de pensamientos nuevos que acá ni siquiera se discuten. Y después laburar así: si pasado mañana, en Munich, un tipo dice algo importante, en un paper, eso tiene que estar acá al día siguiente, en español. Tenemos que ponernos a la altura de la discusión. Estamos además tratando de armar una especie de gran congreso, que no será sólo acá, sino en tres lugares (puede ser Silicon Valley, Madrid y acá). Con tres o cinco tipos muy importantes de la industria para contar qué es lo último que está pasando y por dónde está pensando. Tiene que ver con maneras de pensar la realidad que nosotros no estamos usando. Cuando hice 26 personas para salvar al mundo saqué una conclusión: la filosofía quedó atrás de la tecnología. La tecnología encontró un montón de respuestas que no tienen sustento filosófico. En aquel momento, un ejemplo común era el tema del disco: no se vendían más, y la gente se los prestaba gratis. Nació iTunes, la respuesta del sistema para seguir sobreviviendo: ahora los temas se venden de a uno y los artistas viven de los conciertos. Eso es una manera nueva de pensar el problema. En Internet está pasando desde hace años: hay un montón de “soluciones” donde el problema sigue estando pero no hay una definición. Airbnb, Uber, son ejemplos: los autos están, las casas están, lo que hacen los tipos es vincular factores de la economía. Hay otro tipo que se llama Jeremy Rifkin, que escribió un libro que se llama La sociedad del coste marginal cero. El tipo dice que se termina el capitalismo, que va a haber otro tipo de monedas, por ejemplo, el agua, o el tiempo. Y que todo costo tiende a cero. Hablo de esas maneras de pensar, las que cambian todo.

-En ese contexto, la famosa reconversión del periodismo, ¿En qué etapa estaría?

-Lo estamos inventando de vuelta. Llenos de preguntas que no se pueden responder hoy: en Internet no hay más original, ¿y qué hacemos?, ¿son todas copias? O el cloud: ¿lo que tenés en el cloud (la nube) es tuyo mientras lo usás y después no?, ¿es tuyo sólo cuando lo usás?, ¿es de nadie? De esas preguntas hay millones. Lo digo en joda: cuatro pibes en un garaje en Los Ángeles dejaron viejo a Marx. Todo esto está pasando ahora.

-Hablemos de Hora 25, ¿Es una mirada hacia atrás, querías retomar un espacio tuyo?, ¿Y por qué ahora?

-Cuando lo hice dirigía Página/12 y a la vez hacía Hora 25, donde deliberadamente no hablaba de política, sino de la vida. Hay un lenguaje político que los medios usan que a mí cada vez me aburre más, y me parece más mediocre y más cínico. Y luego está la vida, las cosas de las que nosotros hablamos. Siempre digo que no hay malas notas, sino malos periodistas. Tenés que poder hacer una buena nota con el portero del edificio, y sino, no sos periodista, porque una buena nota con Trump la hace cualquier bolud… Hora 25 fue un programa muy irregular, estuvo al aire un tiempo, me enfermé, volvió, viene del título de una novela de Virgil Gheorghiu -creo que era húngaro- sobre los campos de concentración en la guerra. Y llegó a tener la mitad de la audiencia nocturna en Rock & Pop, en un momento en que yo no hacía cosas tan populares. Después, se transformó en un programa de culto, era la época de los casettes e hicimos una biblioteca circulante, la gente venía a regrabar el programa. Me di cuenta años después de que los vendían en los usados de Parque Rivadavia. Es uno de los programas que más me gustó hacer en mi vida. Y pensé que este era el año para hacerlo; no lo voy a hacer más. Voy a hablar con tipos desconocidos, a veces de cosas muy básicas. Porque, vos lo sabés, el aire tiene vértigo: en el aire tendés a decir la verdad.

-¿Y cómo ves la competencia de lo que vas a tener enfrente, con Hora 25?

-No tengo a nadie enfrente, tengo un páramo. Si me voy a preocupar por competir con lo que tengo enfrente, pongo una farmacia. Yo hago el programa que a mí me gusta, a esa hora de la noche, haciendo estas notas, ¿Te parece que podemos perder?

-¿Por qué no arrancar con el gran espectáculo de la corrupción argentina, en este año convulsionado?

-Porque me tienen cansado los políticos, no le creo ya nada a ninguno, me parece que nadie tiene ganas reales de cambiar nada. No veo programas políticos, nunca. Ni en pedo me siento a ver un programa político, me parece un embole. Pero este año PPT va a estar, el 26 de mayo vuelve hasta noviembre, y ahí doy las hurras.

-Es un año para estar preocupado, a nivel político.

-Sí. Va a ser un año muy complicado, el gobierno enterró sus propios candidatos, que fue lo peor que pudo hacer. Después, se negó a contarle a la gente cómo estaba la situación económica real, y ahora lo reconocen, pero ya es tarde. No hay ahora. Lo de Lavagna surge como una posibilidad que rompa, sólo porque es el tercero, para salir un poco de este discurso maniqueo. Pero será un mal año mientras el Gobierno no vea el problema; creen todavía hoy que pueden ganar, porque se disocian la vida civil de la vida real. Y las dos cosas van juntas.

-¿Y Cristina?

-Cuando pasó lo de la hija, lo primero que pensé es que estaba yendo a un país sin extradición. No me quiero meter con el tema de la enfermedad de la hija, yo espero que se cure. La información que nosotros tenemos es que la enfermedad de la hija es otra, es todo lo que voy a decir. Pero cada uno comunica sus enfermedades como puede.

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