Juicio por la muerte de Pérez Volpin: un día antes del veredicto, la anestesista desmintió al endoscopista y pidió perdón

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El juicio por la muerte de Débora Pérez Volpin llega este viernes a su etapa final. Este viernes se escucharán los alegatos y posiblemente el veredicto sobre el endoscopista Diego Bialolenkier y la anestesista Nélida Irene Puente. La audiencia de este jueves estaba destinada a escuchar los dichos de una forense de parte y cuestiones formales, pero se transformó en un cruce abierto entre los dos acusados: la anestesista reveló que el endoscopio no aspiraba y se indignó porque su compañero estuviera «mintiendo» porque él vio la hinchazón en el cuerpo de la periodista y legisladora.

Es que Puente, que había declarado el primer día de audiencia para clamar su inocencia y apuntar hacia el endoscopista, decidió pedir la palabra para rechazar los dichos que formuló el lunes su compañero de banquillo diera su versión de los hechos y comprometiera la labor de la anestesista.

Puente pidió la palabra ante el tribunal: dijo que estaba indignada con su ex compañero de quirófano. «Él me ayudó a quitar el abreboca y a darla vuelta junto con la instrumentadora. ¿Cómo no vio el edema en la cara? ¿Cómo no se acuerdan nada?», se quejó la anestesista.

«Yo pensé que él iba a decir la verdad y por eso no conté un detalle: cuando escucho la alarma del monitor pensé que Débora había agarrado el dedal, toqué el abdomen, lo vi duro, la destapé, y al ver el abdomen enorme dije: ‘Diego, mirá’. Diego giró la cabeza y vio el abdomen de Débora, yo pensando que todo ese aire estaba en el tubo. Él me dijo, ‘esto no aspira’ y le grité: ‘si no aspira, sacá, sacá'», afirmó la mujer.

Y tras insistir en que ella pensó que Bialolenkier iba a decir «la verdad», Puente agregó: «Quiero pedirle perdón a la familia por no haber podido reanimar a Débora».

Por su parte, el abogado Eduardo Gerome, defensor de Puente, afirmó: «Ella estaba completamente indignada por lo que dijo el endoscopiosta porque no era la verdad de lo que había sucedido en el quirófano. Ella paró el procedimiento porque advirtió que estaba muy hinchada y tenía esos problemas de saturación, el endoscopista lo supo perfectamente. El endoscopista vio perfectamente bien la hinchazón que tenía en los parpados y en los labios y entonces estaba muy indignada de que no lo hubiera reconocido cuando declaró. Máxime cuando declaró varias veces por los hijos. Mintió con lo que había pasado en el quirófano. Por más que sea una alegación defensista, por más que hubiera tantos juramentos, le pareció una aberración que no lo dijera».

«Es más –añadió-, le creemos más hoy después de que veo que lo que contó se corrobora con lo que dijeron los testigos que declararon en el juicio, algunos de los cuales vinieron con intención de perjudicarla porque aún trabajan en la clínica. El problema de Puente no es que miente, el problema de Puente es que cuenta la verdad. El problema es lo que hizo. Es diferente al caso de Bialolenkier, que lo que cuenta es mentira. Que sabe que hizo mal y que encima le echa la culpa a ella. Estamos frente a un caso de mala praxis muy severa».

Ni el endoscopista ni la anestesista están obligados a decir la verdad porque llegaron al juicio como acusados de homicidio culposo, un delito que tiene una pena máxima de cinco años de prisión. Pero el tribunal, a cargo de Javier Anzoategui, valorará a la hora del veredicto los dichos de los testigos y las pruebas encontradas y deberá resolver si los dos, uno de ellos o ninguno tuvo responsabilidad en el fallecimiento de la periodista y legisladora.

Pérez Volpin murió en la tarde del 6 de febrero de 2018 durante una endoscopia que le realizaban Bialolenkier y Puente. Los forenses establecieron que se trató de una muerte «violenta» y que la periodista sufrió una «perforación instrumental del esófago». Además, su cuerpo tomó un volumen desproporcionado porque estaba lleno de aire.

Sin decirlo directamente, la anestesista afirmó el primer día que el único instrumental que ingresó al cuerpo de la paciente fue el endoscopio, apuntando hacia Bialolenkier. El lunes, cuando el endoscopista pidió la palabra, dijo que él juraba por Dios y por sus hijos que el endoscopio no había podido haber hecho ese daño, y deslizó que la lesión pudo haber sido fruto de un «mandril», un tubo de metal que se coloca en el tubo endotraqueal para intentar reanimar a un paciente.Las tareas de reanimación estuvieron a cargo de la anestesista. Sin embargo, ningún testigo pudo decir con certeza que en esas tareas se hubiera usado un «mandril».

La querella, a cargo de Diego Pirota, miró el cruce entre los acusados sin modificar su postura. A criterio de los acusadores, ambos fueron responsables en la muerte de Pérez Volpin y así lo sostendrán mañana en sus alegatos ante el tribunal. También insistirá en el encubrimiento que, a su criterio, habría llevado adelante la clínica La Trinidad.

Será una jornada larga, que comenzará a las 8.30 y se extenderá durante todo el día, porque los alegatos durarán entre una hora y media y dos horas cada uno. No solo dará su lectura de los hechos y el pedido de penas la querella sino también la fiscalía. Hablarán también las defensas del endoscopista y la anestesista. Y luego de las réplicas (si las hubiera), los acusados volverán a ser invitados a decir sus últimas palabras. Según la intención del tribunal, la idea es mañana mismo poder tener un veredicto.

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