La Coalición Cívica deja las decisiones electorales en manos de Macri y Vidal y se agudizan las internas en Cambiemos

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«Paciencia, silencio y prescindencia», repiten allegados a Elisa Carrió. Recluida en su chacra de Exaltación de la Cruz, la líder de la Coalición Cívica espera.

De descanso tras la gira por Santa Fe de la semana pasada, y a punto de volver a esa provincia -tiene previsto viajar el próximo martes para el tramo final de la campaña del radical José Corral-, la socia más temida de Cambiemos se mantiene en silencio y eligió correrse de las negociaciones que la cúpula del PRO entabló con el PJ no K, en especial con Sergio Massa, uno de los principales enemigos políticos de Carrió.

«Nuestra posición respecto a la figura de Massa es obvia. Pero es una decisión de los líderes, que son Mauricio (Macri) y María Eugenia (Vidal)», explican en el entorno de la diputada. Es decir: por ahora, la CC no va a vetar un eventual acuerdo entre la gobernadora y el líder del Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires. «En todo caso, de concretarse, nos reuniremos y decidiremos la posición como partido», agregan.

Carrió, temida más por propios que por ajenos, es tan fulminante como pragmática. La diputada se enteró en las últimas horas de su gira por Santa Fe que Horacio Rodríguez Larreta empezaría a conversar con su amigo Massa sobre la posibilidad de que Vidal colgara de su boleta además de la del Presidente, una maniobra que el propio Macri condenó públicamente cuando presentó la frustrada reforma política en el 2016 y prohibió por decreto hace dos meses.

Como el jefe de Estado y su mesa chica, Carrió es consciente de que el escenario electoral cambió en los últimos meses, y la reelección de la gobernadora en el mayor distrito electoral del país pende de un hilo. En todo caso, por ahora, es mejor callar y esperar la evolución de las negociaciones que opinar.

El jefe de Gobierno porteño, que lideró las conversaciones con el ex intendente de Tigre -cenaron en los últimos días-, fue el encargado de avisarle a la CC. Al menos, según pudo reconstruir este medio de fuentes porteñas, habló con Maximiliano Ferraro y Maricel Etchecoin, dos de los principales dirigentes partidarios.

Rodríguez Larreta explicó que la idea no había sido suya, pero que si servía para apuntalar la reelección de la gobernadora, colaboraría sin dudar. Su aceitada relación con Massa hizo el resto.

Hay versiones dentro del PRO que incluso dan cuenta de que la idea de las llamadas colectoras tampoco nació en el seno del Gobierno provincial: remarcan que la génesis podría haber surgido de los encuentros que Macri mantuvo hace dos semanas con Alternativa Federal, en especial con Juan Schiaretti, con quien el Presidente se fotografió en su despacho risueño y a los abrazos.

Confusión e interna al rojo vivo

La confusión es tal por estas horas que hay dirigentes del macrismo que arriesgan que la filtración de las negociaciones entre un sector del PRO y Massa hasta podría tener que ver con una operación destinada a enlodar las charlas entre el ex jefe de Gabinete K y Alberto Fernández. La habilidad de Massa de negociar con el Gobierno y el kirchnerismo a la vez, y su imprevisibilidad, aportan a la confusión: nadie sabe qué va a hacer.

Para colmo, mientras las conversaciones parecen estancarse, Rodríguez Larreta aseguró en la reunión de gabinete que compartió este jueves con su equipo que el acuerdo seguía vigente. El fin de semana le había dicho a dirigentes de su confianza que estaba «cerrado» y que serían Vidal y Federico Salvai, su jefe de ministros y operador de confianza, los que «instrumentarían» el pacto.

Hasta la tarde de ayer, el teléfono de Salvai no había sonado. Vidal seguía de viaje en Colombia.

El silencio expectante de Carrió lo explican además en su entorno por el vínculo con la gobernadora. «La quiere mucho», remarcan. Esa relación, y el objetivo supremo de la diputada de obturar la vuelta del kirchnerismo al poder, resumen su posición ante los posibles acuerdos.

La elección del vicepresidente por parte de Macri mantiene a la Coalición Cívica en la misma posición. En Casa Rosada prometieron avisar del nombre antes de la decisión final.

Recién ahí Carrió plantearía sus observaciones. Su resistencia a Martín Lousteau, casi descartado para acompañar al Presidente, es histórica.

El encuentro del martes entre Marcos Peña y Alfredo Cornejo transcurrió en durísimos términos. Tal vez la peor reunión cara a cara de la que ambos tengan memoria, en momentos cruciales y ante señales de fatiga más que elocuentes de Cambiemos.

Pero no solo cruje la sociedad entre el PRO y la UCR. Los vínculos en la mesa chica que rodea a Macri están más que tensos. Vidal, juran sus colaboradores más próximos, está enojada. Como pocas veces. No lo va a reconocer nunca en público. Tampoco Peña o Rodríguez Larreta, profesionales de la política. No hace falta.

La campaña en la provincia de Buenos Aires se hace cuesta arriba. En una reciente recorrida por una escuela en Lanús, por ejemplo, la gobernadora fue increpada. Tenía previsto visitar otro establecimientos en el barrio Los Ceibos, pero le avisaron que la esperaban para escracharla. Fue a otro lugar, pero no zafó de los reclamos.

La mandataria no quería las colectoras. Incluso fue desde su gobierno que pidieron el decreto para prohibirlas. La tensión entre ella y Peña es elocuente. «Si nos hubiesen hecho caso con el desdoblamiento (del calendario electoral) no nos hubiesen pedido que evaluemos ahora acuerdos provinciales», dicen desde el riñón bonaerense.

En ese contexto, el silencio de Carrió, cuya voz suele ser determinante, funciona como un bálsamo.

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