La Justicia de Puerto Madryn parece resuelta a transformarse en paradigma de pedidos y medidas insólitas. Tras el reclamo de la defensa de un narco para salir de cárcel para hacer actividad física y bajar de peso, ahora un convicto coreano Hwang Doo Jin fue beneficiado con una orden para que le den una «dieta acorde» porque no le gusta la comida del penal.
Pese a tener prisión preventiva imputado de «intento de homicidio doblemente agravado, por el vínculo y por ser cometido mediante violencia de género», en un principio, Hwang Doo Jin fue beneficiado con la domiciliaria tras bajar 14 kilos al evitar ingerir alimentos, ya que la comida de la cárcel no le gusta.
«La vianda que se le entrega no es del tipo de la que él consumía habitualmente. Eso lo motivó a no ingerir esos alimentos, que le generan malestar estomacal», había justificado el abogado Oscar Romero ante el tribunal.
Según informa El Patagónico, la jueza Stella Eizmendi resolvió dar marcha atrás con su «medida humanitaria» luego de constatar que los exámenes médicos indican que el imputado ahora está «en perfectas condiciones de salud». Sin embargo, también ordenó que los encargados de la unidad carcelaria «deberán proveerle una dieta acorde»: basada en frutos de mar y verduras.
El caso
El 17 de febrero de 2018 cambió para siempre la vida del acupunturista y pastor coreano Hwang Doo Jin. Vestido de negro y con guantes de cuero se presentó en la casa de su expareja, golpeó la puerta y luego desató un infierno.
Ni bien vio un resquicio en la entrada, Hwang Doo Jin empujó a su expareja hacia adentro de la vivienda y empezó a golpearla. La agarró de los pelos y le estrelló la cabeza contra el piso varias veces. Luego la arrastró tomándola del cabello hacia la cocina y el baño y también la intentó ahorcar.
Los gritos de la víctima pusieron en alerta a un vecino que entró a la casa y ayudó a la mujer, que -según consignó Clarín- estaba «bañada en sangre». Luego llegó la policía y detuvo a Hwang Doo Jin.