Cada vez que un lúnatico dispara su arma contra gente inocente en Estados Unidos, donde la venta de armas es legal a partir de los 18 años, la democracia de ese país vuelve a enfrentar uno de sus mayores desafíos.
Desgraciadamente es una historia que siempre se repite, como ocurrió el pasado domingo en Las Vegas, cuando Stephen Paddock disparó a mansalva contra una multitud que asistía a un concierto de música country al aire libre, y mató a por lo menos 59 personas e hirió a cerca de 500.
El tiroteo ocurrió en un país que vive obsesionado con la posibilidad de un ataque del fundamentalismo islámico. El asesino era un jubilado de 64 años, apasionado por la caza mayor en Alaska y los aviones (tenía dos a su nombres), sin antecedentes penales.
Fuente: Telam