La mirada de Bergoglio sobre las crisis

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(Foto: NA)

«El hombre es barro que anda»

Atahualpa Yupanqui

El pueblo argentino está hoy, como ayer, en otra de las sucesivas crisis del siglo XX y de lo que va del siglo XXI. En fragilidad extrema. Nos aproximamos al «ya no hay un mango» de Ivo Pelay del 30 desde la canción del 29: «Rosalía, Rosalía / hay que hacer economía. / El dinero se termina. / Suspendé la permanente, / el esmalte de las uñas y olvidate de la gente. / Rosalía, Rosalía, ¿dónde vamos a parar? / La cartera se me afloja / si no das vuelta de hoja / yo me voy a divorciar» (R. Barcos).

Cuando el cardenal dio el mensaje que ahora parafraseamos «El tesoro de nuestro barro», el 21 de agosto del 2003, se dirigía a los catequistas. No a los lobos. Sin embargo, cum grano salis, lo traemos al hoy y lo extendemos a todos. Si bien se lee, en el mensaje hay una dimensión personal y una social y política.

Hombres de encuentro ante la crisis

Decía el arzobispo: «Hoy ante la tentación de nuevas fracturas fratricidas de nuestro país, ante la experiencia dolorosa de nuestra propia fragilidad, se hace necesario y urgente… imprescindible, ahondar en la fe…. Ella nos ayudará a unificar nuestro corazón».

Eso puede darnos «entrañas de misericordia para ser hombres de encuentro… que asumen…el hacerse cargo de la herida del hermano», dijo el cardenal. No es solo la unidad de la dirigencia política, gremial, empresarial sino la unidad de los corazones. Hay que lograr «la proximidad que reclaman estos tiempos de crisis».

Y trajo la parábola del samaritano, invitándonos a «resignificar toda nuestra vida, como personas y como nación, desde el gozo de Cristo resucitado para permitir que brote, en la fragilidad misma de nuestra carne, la esperanza de vivir como una verdadera comunidad».

La fragilidad espiritual ante la crisis económica

Reconocía que los cristianos nos sentíamos frágiles ante la invasión cultural de «nuevos rostros paganos» (ateísmo agnóstico y hedonismo-consumista). Decía: «Por eso te invito a que reconozcas en tu fragilidad el tesoro escondido, que confunde a los soberbios y derriba a los poderosos. Reconocernos barro, vasija y camino es también darle culto al verdadero Dios». Ya que «el tesoro» es la luz de la fe.

«Aquel que se reconoce vulnerable es capaz de una acción solidaria… conmoverse y compadecerse de quien está caído al borde del camino son actitudes del que sabe reconocer en el otro su propia imagen… y por eso no la rechaza, sino, al contrario, la ama, se acerca a ella y descubre que las heridas que cura en el hermano son ungüento para las propias», dijo el cardenal.

¿Quién no ha sido vulnerable? Cuando Bergoglio habla de los pobres, no se refiere solo a los materialmente pobres, aunque estos sean el núcleo central de sus preocupaciones.

En la parábola, la víctima despojada y abandonada en el camino fue esquivada por dos funcionarios que miraron para el costado. Igual cosa pasa hoy con los sentidos de muchos frente al que sufre. Es la conducta de grandes empresarios que hoy, como hace un siglo, fugan sus capitales al exterior, y de políticos que con sigilo van por el botín antes que nada. «No tienen remedio ni merecen perdón», sostiene Bergoglio.

La crisis como oportunidad de sentido

El que es capaz en dar acogida, hacerse cargo, ocuparse, ese sigue la pedagogía de Cristo que el papa Francisco predica con insistencia pertinaz.

Ante la gravedad y lo extenso de la crisis argentina, así como la mayoría de sacerdotes y catequistas trabajan hoy comprometidos en «cuidar la fragilidad de nuestro pueblo»todos los políticos debieran «saber estar» a la altura del drama social.

Haciendo realidad una «pedagogía de la presencia», dijo Bergoglio. El que abraza la hermosa vocación de la política o de la empresa tiene que honrarla. Mirar a los pobres a los ojos, tocar las llagas, sanar heridas, oír con las orejas y con todos los sentidos. Y hacer contenido y práctica política de eso. Pocos lo hacen.

No hay que desdeñar la publicidad, el dinero, la tecnología. Pero no se forja un dirigente en el gym, con remera de marca o frac, cerca de maniquíes y lejos del pueblo trabajador. Ser cristiano de fe no se construye tampoco con fotos junto al Papa, con una identidad artificial, de cartón, a uso y conveniencia del marketing, ni siendo empleados de grandes intereses económicos privados.

Y si eres pobre: «No tengas miedo de cuidar la fragilidad del hermano desde tu propia fragilidad: tu dolor, tu cansancio, tus quiebres… En eso consiste darle sentido a la vida», dijo el cardenal.

¿Reconversión de fondos o reconversión espiritual?

Se trata de resignificar tu vida, unir tu corazón al de tus prójimos; para volver a Dios. No se trata de cuánto hay que poner, sino de ser, tocar, mirar, oír, sentir al prójimo. Acercarte desde tu fragilidad espiritual a la fragilidad de los otros. Esa es el primer paso para salir de las recurrentes crisis espirituales, personales y políticas de la Argentina.

Fuente: Infobae

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