Desde que asumió, las denuncias han llovido sobre Trump: que su gente se reunió en secreto con el embajador de Rusia en Washington y discutieron levantar las sanciones contra el Kremlin, que despidió recientemente al director del FBI, James Comey, para frenar su investigación sobre esas relaciones y, finalmente, que entregó información clasificada de Israel al canciller ruso, Sergei Lavrov.
Las comisiones de Inteligencia de las dos cámaras del Congreso estadounidense, ambas dirigidas por la mayoría oficialista republicana, están investigando esas denuncias. Sin embargo, hasta ahora no consiguieron averiguar demasiado y el escándalo avanza, principalmente, a través de las denuncias y las filtraciones de información clasificada en los medios más importantes del país.
Por eso, Trump eligió hoy defenderse atacando a la prensa.
«Miren cómo me han tratado últimamente, especialmente por parte de los medios de comunicación. Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente», se quejó Trump en un discurso durante la ceremonia de graduación de 195 cadetes de la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, en New London, en el estado de Connecticut.
El presidente no se refirió a las últimas denuncias periodísticas, pero utilizó el escándalo como ejemplo para «ofrecer consejo» a los recién graduados de la academia militar.
«A lo largo de su vida, les van a ocurrir cosas que ustedes no merecen y que no siempre son justas. Pero ustedes tienen que resistir y luchar, luchar, luchar», aseguró Trump, citado por la agencia de noticias EFE.
Mientras tanto en Washington, la batalla continuaba.
Líderes de la oposición demócrata, hasta ahora a la retaguardia de toda esta tormenta política, decidieron asumir un rol más protagónico.
Uno de ellos fue el congresista Elijah Cummings, un miembro de las comisiones de Supervisión e Inteligencia de la Cámara de Representantes, quien convocó a una conferencia de prensa para denunciar que el presidente de la Cámara Baja y el republicano más poderoso del Congreso, Paul Ryan, «demostró que no tiene ningún apetito de investigar a Trump» y advertir que «es inaceptable continuar ignorando estos escándalos».
«El pueblo merece respuestas», concluyó Cummings antes de pedir a las máximas autoridades del Congreso que permita votar la creación de una comisión investigadora que llegue hasta el fondo de los escándalos que sacuden a Washington hace meses.
La respuesta no tardó en llegar.
Frente a las cámaras de televisión, Ryan intentó mostrarse cauto y por encima de las disputas partidarias.
«Necesitamos saber los hechos. Es obvio que hay personas allá afuera que quieren lastimar al presidente», aseguró el titular de la Cámara Baja, quien fue un crítico feroz de Trump durante la campaña del año pasado.
«Pero tenemos la obligación de realizar nuestra fiscalización sin importar qué partido político está en la Casa Blanca y eso significa que, antes de apurarnos a juzgar, debemos tener toda la información pertinente», agregó Ryan ante la prensa, luego de una reunión a puertas cerradas con la bancada republicana, según la cadena de noticias CNN.
En ese sentido, Ryan apoyó el pedido de la comisión de Supervisión de la Cámara Baja de pedirle al FBI todos los documentos y las grabaciones existentes sobre las conversaciones que existieron entre el ahora ex director de esa fuerza de seguridad, Comey, y Trump, durante los primeros tres meses de gobierno.
El pedido surgió apenas 24 horas después de que la prensa local denunciara que el presidente le había pedido a Comey que abandonara la investigación que estaba realizando sobre el primer asesor de Seguridad Nacional que tuvo Trump, Michael Flynn, y los encuentros con el gobierno ruso, que le valieron su renuncia en febrero pasado.
Esa investigación no se limitaba sólo a Flynn, sino que buscaba determinar si el gobierno ruso había interferido en la campaña presidencial, a través del hackeo a los mails del Partido Demócrata y a su candidata, Hillary Clinton, para favorecer a Trump en las urnas.
Las dudas sobre el proceder del presidente y su entorno son tan grandes que hoy por primera vez un líder de su partido, el congresista republicano Justin Amash, habló de la posibilidad de un juicio político, algo que ya habían hecho varios dirigentes demócratas.
Enfrentado a preguntas de la prensa, Amash aseguró que «si las denuncias (sobre la interferencia de Trump en la investigación del FBI) son ciertas, hay argumentos para discutir un juicio político. «Todos en este país tienen derecho a un juicio justo, sea el presidente o cualquier otro», agregó.
Amash es un conocido crítico de su propio partido. Sin embargo, no es el único legislador republicano que está pidiendo investigar y saber qué pasó.
«Creo que ya vimos esta película antes. Los zapatos se empiezan a caer y cada dos días hay algo nuevo», aseguró el senador republicano John McCain durante una ceremonia de entrega de premios políticos en Washington.
Al mismo tiempo, los lideres de la comisión de Inteligencia de la Cámara Alta volvieron a invitar a Comey a testificar en público y privado, según un comunicado que difundieron a la prensa.
La semana pasada Comey había sido invitado a testificar a esa comisión, pero se negó a ir ya que los senadores le pedían que lo hiciera en privado y él quería hablar en una sesión pública.
Como si los cruces de acusaciones y pedidos en el Congreso no fueran suficientes para alimentar la tensión de este drama político, el presidente ruso, Vladimir Putin, sumó un par de ironías y ofertas de ayuda.
«Hoy hablé con él (Lavrov) -lanzó Putin con una sonrisa-. Me voy a ver obligado a retarlo porque no compartió estos secretos con nosotros. Ni conmigo, ni con los representantes de los servicios de inteligencia de Rusia. Fue algo muy malo de su parte».
Relajado y confiado, Putin habló en una conferencia de prensa junto al primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, en la ciudad de Sochi y se refirió al escándalo que desató la versión periodística de que Trump le entregó información secreta a su canciller, Lavrov.
«Vemos que en Estados Unidos se está desarrollando una esquizofrenia política. De otra manera no puedo explicar las acusaciones contra el presidente (Trump) de haber compartido secretos con Lavrov. (…) O no entienden que esto daña a su propio país, lo que significa que son estúpidos, o lo comprenden claramente, lo que significa que son peligrosos y corruptos», agregó.
Un poco más serio, el mandatario ruso ofreció un aporte para resolver la crisis política en Washington: «Si el gobierno estadounidense lo ve posible, estamos dispuestos a poner a disposición del Senado y la Cámara de Representantes una transcripción de la conversación entre Trump y Lavrov».
La Casa Blanca no respondió aún a la oferta del Kremlin.
Fuente: Telam