Los atentados terroristas en París, que causaron 152 muertos y centenares de heridos, tocaron de cerca al mundo del fútbol. Uno de los ataques tuvo como epicentro al Stade de France, donde se disputaba el partido amistoso entre la selección de Francia y la de Alemania. Aunque las explosiones pudieron escucharse en las afueras del estadio durante el partido, las acciones continuaron hasta el final y los protagonistas recién se enteraron de lo que estaba ocurriendo una vez finalizado el duelo.
Tras el encuentro, el conjunto alemán no regresó a su hotel y debió pasar la noche en el interior del estadio. Los jugadores dirigidos por Joachim Löw durmieron en el vestuario ante el escenario de una ciudad conmocionada por la tragedia y en la cual era prácticamente imposible transitar.
«No nos encontrábamos con ánimos para cruzar París», dijo el manager de la selección teutona, el ex futbolista Oliver Bierhoff. En la previa del partido ante los galos, los campeones del mundo ya habían visto complicada su estadía en la capital francesa por una amenaza de bomba a su hotel, que obligó a evacuarlo por varias horas.
Finalmente, los alemanes dejaron el estadio el sábado por la mañana y, bajo un estricto operativo de seguridad, tomaron un vuelo desde el aeropuerto parisino Charles de Gaulle hasta la ciudad de Frankfurt. Aunque estaba pautado un entrenamiento para el domingo de cara al amistoso que el equipo disputará el martes ante Holanda, el entrenador decidió licenciar a sus jugadores tras la dura noche vivida en la capital francesa.
