La última luna del festival ratificó la adoración del público por Los Manseros Santiagueños

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Es muy difícil describir y tratar de explicar lo que pasa entre el público y Los Manseros Santiagueños de unos cinco años a esta parte, sobre todo en los festivales. «Somos uno de los pocos conjuntos que quedaron después de la desaparición de aquellos que marcaron una época, como Los Tucu Tucu, Los Fronterizos o Los Chalchaleros. Ya casi no quedan grupos tan tradicionales como nosotros», fue la explicación que ensayaba Onofre Paz en la entrevista previa con VOS.

Ese romance volvió a encenderse en el cierre del Festival de Cosquín que pasadas las tres y media de la mañana del lunes bajón el telón de su edición número 56. Y en la última luna, el espíritu en la Próspero Molina era, precisamente, la de esa tradición pura que representaban esos grupos que nombraba el cantor. En este caso, encarnados en algunos de sus integrantes u otros contemporáneos que formaron parte de la grilla de la última noche. Con el resultado puesto, un gran acierto de la nueva comisión y una forma simbólica de finalizar un festival que apostó por la renovación, con una apuesta fuerte por lo más tradicional.

«¡Manseros, Manseros!» coreaba la plaza entera y repleta promediando la actuación de una hora del legendario grupo, justo después de que invitaran a gran parte de los artistas que desfilaron sobre el escenario y algunos otros como Musha Carabajal para entonar todos juntos el himno Chakay Manta. Una postal que quedará en todas las retinas y también en los corazones.

Antes y después, Los Manseros habían hecho una vez más esa celebrada sucesión de grandes éxitos de nuestro cancionero. En los próximos meses se vendrá un esperado disco de nuevas canciones, que esperemos sean coreados como los clásicos. Ellos se lo merecen.

Por Andrés Fundunklian/LA VOZ

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