Por el profesor Marcelo Arambuena titular del Proyecto Padres
En estos días de presentaciones de buzos y camperas, los padres tenemos la obligación de acompañar a nuestros hijos en todo tipo de festejos masivos y saber con antelación a dónde y con quién se juntan a festejar nuestros adolescentes.
Los padres tenemos que saber que estos festejos, para los chicos, son hechos trascendentes y marcan una etapa fundamental en sus vidas, pero también debemos saber que en su condición de bulnerabilidad y conducta omnipotente y de masa, podría ocacionarles hechos descontrolables con pérdidas faltales o parciales que después lo vamos a lamentar sin ninguna duda.
Los padres debemos ser los principales responsables de lo que le pueda pasar a nuestros hijos y para eso debemos acompañarlos, y no confiar demasiado en sus dichos porque sus estrategias de mentiras forman parte del desafío a la vida adulta y trasgredir la norma, también, es parte de ese juego.
Confiar en otras instituciones o personas es demasiado arriesgado, tenemos que ser nosotros los principales garantes de la seguridad de nuestros hijos. El tejido social en esta época ha tomado caminos dispares en donde el cumplimiento de las normas, ordenanzas y leyes se ha tergiversado, nada nos asegura que se cumplirán y muchas veces son los adultos los que trasgreden su cumplimiento para beneficio propio.
Por esa y otras razones sostenemos que los padres debemos ser los únicos culpables si les pasa algo a nuestros jóvenes, no esperemos que nos llamen de la comisaría y mucho menos de un hospital. Actuemos a tiempo, hablemos con nuestros hijos y que sepan que nuestro acompañamiento garantiza su salud y vida futura, y que muchas veces le puede ocurrir algo por culpa de otros inadaptados que por falta de contención y acompañamiento hacen lo que hacen.
Razonemos con ellos sin quitarle las ganas de divertirse para que lo hagan sanamente y puedan ayudar también a sus compañeros.
