Hubo corazón, pero falló la puntería. Los Pumas tuvieron un histórico triunfo frente a Inglaterra al alcance de la mano, pero no tuvieron un buen cierre de partido y su debut en la Copa del Mundo fue con una mueca de tristeza, porque tuvo todo para ganarlo pero “La Rosa”, con un acierto a quince minutos del final, se llevaron un premio demasiado grande. La clave del juego fueron los siete penales errados por parte del conjunto argentino, sobre todo, cuando estuvo en ventaja por 9-3.
Una verdadera pena, porque el primer tiempo se jugó con un rigor físico impresionante. Concentración, tackles y amor propio, todo eso conjugó Los Pumas para ahogar a Inglaterra. Un buen trabajo de los forwards, en todo el conjunto, y una imagen positiva, nada que ver con lo mostrado en los amistosos previos. Para colmo, Argentina se quedó sin Felipe Contepomi ni Gonzalo Tiesi en la mitad del primer tiempo. Ambos tuvieron que salir por lesiones.
En ventaja, por los penales de Felipe y Rodríguez Gurruchaga, Argentina se hizo fuerte. Inglaterra era pura impotencia, porque no encontraba huecos para romper la defensa de Los Pumas ni tampoco tenía la facilidad de abrir el partido con la patada de Wilkinson. Pero el karma también se hizo albiceleste.
Fueron siete penales errados en total. Uno de Felipe y seis de Gurruchaga. Un error que se pagó demasiado caro. Porque Argentina estuvo 9-3, con las posibilidades latentes de acrecentar la distancia por intermedio de los penales, pero tantas chances perdidas terminaron con un try de Ben Youngs a quince del final, en un segundo tiempo que encontró totalmente desgastado al equipo de Phelan. La conversión y otro penal de Wilkinson dejaron a Los Pumas con la necesidad de un try para dar vuelta el juego.
Con garra, corazón y empuje, Argentina lo buscó hasta los segundos finales, pero ya era demasiado tarde. Los penales y la poca eficacia fueron demasiado para Los Pumas, que mostraron una buena evolución respecto de los partidos previos a la Copa del Mundo, pero no supieron cerrar un juego favorable. Con esa cuota de jerarquía, Inglaterra aprovechó su única jugada clara y se llevó un valioso triunfo. Hay esperanza, pero el sabor amargo quedará por unos días.