De Luján, Buenos Aires. Su nombre completo es Luciano Ariel Pereyra, y su primer contacto con la música sucedió cuando tenía 3 años. Desde muy pequeño inició el recorrido para ser un cantante reconocido a nivel mundial, y con una carrera sólida en el medio artístico.
Autor de grandes éxitos como Seré, Tu dolor, y Tu mano, entre otros, Luciano se mostró muy contento por su presente y todo lo recorrido en estos años. «Siempre digo que Dios y la vida han sido muy generosos conmigo por todo lo que me ha tocado vivir con la música. Siempre agradecí a mis padres, que me dieron las herramientas para que pueda tocar una guitarra o un piano, y hacer lo que me gusta hacer, que es música, canciones y canciones», reconoce Pereyra.
Para un cantante de gran nivel como él, es inevitable pensar en la exigencia. «Soy bastante exigente, pero cada tanto me permito no serlo -explica-. Siempre hay algo para mejorar y tratar de buscar el perfeccionismo, pero no sé lo que es la perfección dentro de la música y el arte. Eso va en el gusto de cada uno. Me encargo más de disfrutar lo que me toca vivir con la música».
Si bien es inevitable ser autocrítico, en diálogo con Infobae Luciano explica: «Cuando me toca una canción, por ahí no está en el mejor estado pero la grabaste y quedó así. En ese momento así lo sentiste, y queda de esa manera. No me estoy reprochando si hubiese grabado esa canción hace 10 años, pero de otra manera. Yo creo que las canciones salen en el momento que tienen que salir, el respeto al estado anímico del momento de grabarlo, y así es como queda. Sí se le pueden hacer muchos cambios, pero ya es tarde».
En su modo de disfrutar el plano personal y también el profesional, se puede ver que Pereyra atraviesa un gran momento: «Cuando tenés la posibilidad de trabajar en lo que te gusta, de hacer las cosas que amas y sentir de esa manera, es una bendición. Entonces siento que tengo que agradecer día a día por lo que me toca vivir, trabajar de lo que me gusta y poder compartir mi trabajo con mucha gente. Más no puedo pedir».
El músico contó una intimidad sobre su proceso creativo: «Mi perro Rocky es el primero que me escucha cuando compongo una canción, pero no soy de mostrar lo que hago. Por ahí si se da una charla con mi representante, o de repente en una reunión de amigos pongo algo que grabé, nuevo. Mis amigos son sordos, ¡pero son los más objetivos! Y eso vale mucho».