Un desafiante Luiz Inacio Lula da Silva aseguró que presentará batalla desde las calles a quienes quieran derrotarle, al cierre de uno de los días más negros de la vida política del ex presidente de Brasil, que comenzó con la policía llevándole a declarar forzadamente por el megafraude a Petrobras.
Vestido de rojo y con la estrella de su partido en el pecho, Lula dio un emocionado discurso en la noche del viernes donde exhibió el carisma y combatividad que le dieron fama mundial, y hastallegó a las lágrimas al recordar los logros sociales de su mandato (2003-2010).
«Si me quieren derrotar, me tendrán que enfrentar en las calles de este país», afirmó animado por los centenares de simpatizantes que abarrotaban el Sindicato de bancarios. Y agregó: «Estoy vivo y soy más honesto que ellos».
Las fuerzas de seguridad allanaron la mañana del viernes la casa del ex mandatario a pedido de fiscales que investigan si tanto él como su familia recibieron favores de grandes empresas constructoras.
La policía allanó también las oficinas del Instituto Lula y casas de familiares y socios de Lula.
«Me sentí prisionero hoy de mañana», había asegurado el ex presidente, de 70 años, en su primera comparecencia pública del día tras prestar testimonio ante la policía federal.
«Si querían escucharme solo tenían que llamarme que yo iba, porque no debo y no temo» a la justicia, sostuvo ante decenas de correligionarios en la sede nacional del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda).
Los fiscales «encendieron en mí la llama. ¡La lucha continúa!», dijo Lula, que estimó ser víctima de un «show mediático». «Creo que merecía un poco más de respeto en este país», pero «no voy a bajar la cabeza», prometió.
Poco después, su ahijada política, la presidente Dilma Rousseff, salió en su defensa rodeada de 12 ministros.
La mandataria, amenazada de impeachment por maquillaje de las cuentas públicas e investigada por el tribunal superior electoral por financiación ilegal de su campaña a la reelección, manifestó su «más absoluta disconformidad» con la «desnecesaria conducción forzada» de Lula a declarar.
El ex presidente continúa siendo una de las figuras políticas más influyentes de Brasil y su destino está estrechamente ligado al de Rousseff y del PT.