Macri perdió en la calle una ley que ganaba en el recinto

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«La sesión arrancó y la votación se ganaba. Los gobernadores del PJ jugaron bien». Mauricio Macri montó ayer un gabinete de crisis en Casa Rosada junto a María Eugenia Vidal, la mesa política y Nicolás Dujovne, para hacer una evaluación de daños y sacar la reforma previsional por DNU -más bono compensatorio- luego de la frustrada sesión en la Cámara de Diputados.

Con 129 diputados en sus bancas, el oficialismo perdió la batalla política en la calle a pesar de contar con número suficiente para iniciar el debate. Los legisladores de Cambiemos no aguantaron la presión en el recinto. Patricia Bullrich militarizó el Honorable Congreso de la Nación con carros hidrantes y Gendarmería disparó balas de goma y gases a mansalva contra manifestantes, periodistas y quien se le cruzara por delante, incluidos diputados nacionales. Emilio Mozó y Nicolás Massot no pudieron defender en el recinto lo que sostuvieron en el plenario de comisiones, donde se dictaminó el proyecto en tiempo récord y sin participación de organizaciones de jubilados o de la sociedad civil.

Cuando todavía sonaban disparos de Gendarmería en el Congreso, el Presidente reunió a su mesa chica en el despacho presidencial. Marcos Peña sólo abandonó su silla para encabezar la conferencia de prensa donde responsabilizó por los desbordes a diputados del peronismo que se comportaron como «piqueteros». El funcionario apoyó el operativo de seguridad y defendió la ley al advertir que el Gobierno no permitirá que una minoría violenta impida el funcionamiento de un poder del Estado para evitar la votación de una ley.

El gabinete de crisis montado en Casa Rosada incluyó al jefe de Gabinete de Ministros, a Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, Emilio Monzó, Nicolás Massot y a Dujovne. En ese encuentro se resolvió insistir la semana próxima con el tratamiento de la ley. Por ahora, sin cambios. Nadie en la mesa política del Presidente se hizo eco del anuncio de Carrió en el recinto antes de levantar la sesión: se compensará a los jubilados por la pérdida que sufrirán en sus haberes con el empalme del nuevo cálculo jubilatorio. «La ley es buena», fue la ratificación de Peña en conferencia de prensa.

Macri, Peña, Vidal, Lopetegui, Quintana, Frigerio, Bullrich y Dujovne también repasaron cómo jugaron los gobernadores en el recinto. La evaluación fue positiva. «El número que teníamos era 130 para llegar al quórum. Tuvimos 129, los gobernadores jugaron bien», fue la conclusión de Macri, Peña, Vidal y compañía. En ese lote de mandatarios «colaboracionistas» del PJ aparece el denominado «Grupo Fernet», que encabeza el cordobés Juan Schiaretti pero que también integran el misionero Hugo Passalacqua, el sanjuanino Sergio Uñac, el chaqueño Domingo Peppo, el santiagueño Gerardo Zamora y el tucumano Juan Manzur, quien en la víspera había negociado la eleiminación de la suba del impuesto a las bebidas azucaradas incluida en el proyecto de reforma tributaria. Todos aportaron diputados para habilitar el quórum.

Pero el acuerdo sellado por Frigerio con los mandatarios peronistas se esfumó ante la escalada de violencia afuera del Congreso. El ambiente se trasladó al recinto, y a pesar de contar con el número para abrir el debate, Emilio Monzó y Elisa Carrió optaron por levantar la sesión para descomprimir la calle. «El Sí Se Puede se lo meten en el culo», bramaba un diputado del Interbloque Argentina Federal en medio de los tumultos en Diputados.

Mientras tanto, legisladores del kirchnerismo invitaban a pelear mano a mano a Monzó. Otro sector del Frente para la Victoria y el Movimiento Evita increpaba en la cara a los legisladores que daban quórum, al límite del reglamento y al borde de la violencia física. Afuera, más allá de la presencia de agitadores y provocadores colados entre los manifestantes, el gas pimienta alcanzaba a niños y transeúntes que se refugiaban en estaciones de subte de la Línea A sobre Avenida de Mayo.

En el recinto, el massista Ignacio De Mendiguren se abraza con el kirchnerista Agustín Rossi, y Facundo Moyano festeja con Axel Kicillof. Compañeros.

El tratamiento de la reforma previsional terminó fracasando de afuera hacia adentro. El Gobierno nacional perdió la batalla en la calle más que en el recinto. La ministra de Seguridad sigue por ahora sostenida en el gabinete. Ni Santiago Maldonado o Rafael Nahuel la mueven de su silla. Ayer la violencia dejó el sur del país y se instaló en el Congreso, a metros del despacho presidencial. Hasta Carrió le imploró ayer prudencia a Patricia Bullrich: «No eran necesarios tantos gendarmes. La ministra de Seguridad tiene que parar».

 EZEQUIEL RUDMAN/Ámbito

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