Macri y Bolsonaro buscarán una estrategia diplomática común para enfrentar la compleja crisis de Venezuela

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Existe un solo país en el planeta donde se mezclan los objetivos de Donald Trump, el avance cauteloso de Xi Jinping, los sueños imperiales de Vladimir Putin, la preocupación geopolítica de Ángela Merkel, la influencia menguante de Francisco, los intereses regionales de Raúl Castro, la presencia silenciosa de Irán, los oscuros negocios del narcotráfico y un régimen populista con suficiente decadencia para poner en jaque al inestable orden global: Venezuela. Y frente a este inédito escenario mundial, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro no tienen otra alternativa que acordar una hoja de ruta que evite cualquier incidente que pueda transformar a Nicolás Maduro en la excusa perfecta para desatar en América Latina un conflicto internacional con olor a Vietnam.

Macri y Bolsonaro se encontrarán el miércoles en Brasilia y la crisis en Venezuela será prioridad en una agenda bilateral que también incluye la situación del Mercosur, la asimetría de volumen en balanza comercial, la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero y la corrupción pública y la cooperación en defensa nacional ante las células dormidas de Hezbollah en la Triple Frontera.

El Presidente partirá desde Chubut para encontrarse con su colega brasileño en el Palacio del Planalto y se prevé que viajará junto a una importante delegación que integraran los ministros Jorge Faurie, Nicolás Dujovne, Dante Sica, Patricia Bullrich, Jorge Aguad y Germán Garavano, y los secretarios Fulvio Pompeo, Marisa Bircher y Horacio Reyser. Seis ministros y tres secretarios de Estado acompañando a Macri, en un hecho político que nunca había sucedido en los primeros tres años de Cambiemos en la Casa Rosada, una prueba fehaciente de la importancia que asigna el Presidente a su gira relámpago al Brasil.
Tablero internacional

En Buenos Aires y Brasilia, como en Washington, Beijing y Moscú, se encendieron todas las alarmas cuando se conoció que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) había secuestrado a Juan Guaidó, presidente del Parlamento de Venezuela y uno de los líderes de la oposición al régimen de Maduro. Guaidó fue capturado a cara descubierta junto a dos periodistas de la cadena CNN, cuando viajaban a un acto público para repudiar al gobierno inconstitucional de Venezuela. Los espías del SEBIN son entrenados por asesores cubanos, funcionan como una guardia pretoriana de Maduro y pertenecen a una estructura vertical de poder.

En este sentido, el secuestro de Guaidó y las dos periodistas exhibe la voluntad de Maduro de aplicar sin límites su poder de fuego. No es verosímil que los represores del SEBIN hubieran decidido actuar por su cuenta y riesgo contra el presidente del Parlamento y dos corresponsales extranjeras. Sólo cumplen órdenes, no importa si violan las leyes locales o internacionales.

Faurie y Pompeo y Eduardo Porreti, encargado de Negocios en la embajada de Argentina en Caracas, reunieron la información sobre Guaidó que le enviaron rápidamente a Macri. El presidente está al frente de la ofensiva diplomática contra Maduro y su posición geopolítica consiste en fijar una hoja de ruta que permita desplazar sin violencia al líder populista e iniciar una rápida transición democrática. Por eso, cuando conoció la detención ilegal de Guaidó, temió que Venezuela estallara en mil pedazos.

Macri rechaza una invasión militar y descartó cerrar la embajada argentina en Caracas, como sugirió una facción de la Cancillería que sueña con alinearse con los halcones que Trump alimenta en la Casa Blanca. El presidente tampoco aceptó reconocer como única autoridad constitucional a Guaidó –de hecho lo es-, porque ese gesto diplomático podría encender la mecha en Venezuela.

Bolsonaro recién llega al poder y no tiene los detalles geopolíticos de una crisis institucional que ya excede a la continuidad de Maduro en el poder. En Venezuela conviven la intención de Trump de terminar con el régimen populista, la poderosa influencia militar de Castro, la inversión de 50.000 millones de dólares de Xi, las empresas secretas que levantó Irán para su proyecto nuclear, la venta de aviones rusos que facilita Putin, la diplomacia silenciosa de Francisco y los negocios de narcotráfico, lavado de dinero sucio y corrupción que son intocables en la administración de Maduro. Esta mezcla de poder real, en un mundo inestable, puede convertir a la región en una pesadilla sin antecedentes históricos.

Macri y Bolsonaro están en condiciones de diseñar una agenda que ayude a contener los intereses contrapuestos que operan en territorio venezolano. Macri ya demostró que puede consensuar con China y Estados Unidos, tiene diálogo con Putin y el frío que atraviesa su relación con Francisco no debería ser obstáculo para sumar esfuerzos y evitar que Maduro apriete el gatillo. Bolsonaro, a su turno, es el líder de la potencia más importante de América Latina y comparte con Venezuela una frontera gigantesca que se puede convertir en una tragedia humanitaria si no le suma una cuota de diplomacia a sus aspiraciones personales.

La agenda de Macri en Brasilia

El martes 15 a la noche, Macri llega a Brasilia. A la mañana siguiente, sus ministros y secretarios protagonizarán una sucesión de reuniones bilaterales hasta que el presidente argentino arribe al Palacio del Planalto, cerca de las 10:30, horario de Brasil. Aunque no se trata de una visita de Estado, habrá revista de tropas, se tocarán los himnos nacionales, se izarán las banderas de cada país y ambos mandatarios posarán para la foto oficial.

A continuación, a las 10:45, Macri y Bolsonaro se reunirán en la Sala de Audiencias del Planalto. El presidente argentino estará acompañado por Faurie, Pompeo y el embajador argentino Carlos Magariños –si no cambia de opinión–, mientras que su colega brasileño llegaría al cónclave con el canciller Ernesto Araújo, el ministro de Economía, Paulo Guedes, y el ministro jefe de Gabinete de la Seguridad Institucional (GSI), Augusto Heleno Ribeiro, un general clave para entender cómo piensa Bolsonaro su agenda geopolítica.

Tras «la reunión privada de ambos Presidentes» –como se lee en la agenda tentativa a la que accedió Infobae-, se desarrollará una «reunión ampliada» con las dos delegaciones. Ocurrirá en el mediodía implacable de Brasilia y se extenderá por un hora en la Sala Reunión Suprema del Planalto.

Después habrá un declaración conjunta, es probable una conferencia de prensa y un almuerzo de honor que cerraría la visita de Macri a Brasilia.

Bolsonaro privilegia las relaciones con Argentina y pretende establecer una relación personal con Macri. Los dos países tienen un desafío en común vinculado a las relaciones bilaterales y al papel que pueden jugar Brasil y Argentina en el mundo. No se trata solamente de Venezuela o de la balanza comercial asimétrica, sino de encontrar un lugar en el sistema internacional que permita un crecimiento social, económico e institucional para ambos estados. Un proyecto geopolítico que hace mucho tiempo que Argentina y Brasil no comparten.

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