Asediado en casa y aislado en el exterior, Nicolás Maduro se alista a retomar la ainiciativa política, arrebatada desde hace un mes por las protestas sistemáticas de la oposición y de la violenta represión de las fuerzas de seguridad, que hunden al país en el caos y la muerte.
Con poco margen de maniobra, el presidente anunciaría en las próximas horas algunas medidas que apuntan a incentivar el degradado consumo, al tiempo que le daría más poder a las comunas.
El «hijo de Chávez» asegura que mañana en la marcha del 1° de Mayo activará su contraofensiva con un misterioso «desencadenante histórico».
«En el escenario actual es muy probable que el presidente acelere a fondo con el relanzamiento del Plan de la Patria, más poder para las comunas, y la reedición del Dakazo (liquidaciones o rebajas socialistas a la fuerza de 2013, que arruinaron comercios pero que le dieron a Maduro la victoria en las municipales)», vaticina el politólogo Piero Trepiccione poco antes de que se cumpla el mes de pulseada en la que parecería que el chavismo se juega su futuro.
En solo siete minutos de un vibrante discurso en el Palacio Legislativo esta semana, el joven diputado Juan Requesens resumió en pocas palabras cuál es el objetivo de una oposición venezolana renacida de sus cenizas. Es el mismo parlamentario que se puso el primer día al frente de las protestas, nada más conocerse a finales de marzo la sentencia 156 del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que usurpaba de forma definitiva las funciones del Parlamento.
Respaldado por sus compañeras Amelia Belisario, Milagros Valero y María Beatriz Martínez y por sus compañeros Marco Bozo y Carlos Paparoni, entre otros, los diputados rebeldes salieron aquel día a la carrera hacia la sede del TSJ, donde los esperaba la Guardia Nacional. A pecho descubierto, llevados por la indignación, los parlamentarios chocaron con todas sus fuerzas con las tropas. Y no han dejado de hacerlo. Ese día estuvieron solos, un mes después los acompañan millones de venezolanos, unos y otros protagonistas de un mes de protestas y caos que de forma inesperada ha cambiado el tablero político venezolano y que pretende cambiar la historia del país.
«Se cumple un mes de una resistencia activa, democrática y pacífica para restituir el hilo constitucional. Somos una inmensa mayoría que hoy está en las calles. Este es un régimen que perdió el respaldo de la gente», asegura a LA NACIÓN Jony Rahal, otro de los diputados héroes de abril.
Con la participación de todos ellos, la Asamblea fijó su hoja de ruta definitiva, que comienza reclamando la restitución del «derecho al voto con un Consejo Nacional Electoral imparcial, participación de líderes presos o inhabilitados y con observación internacional». La oposición también exige elecciones presidenciales y regionales, la activación del canal humanitario, la devolución de las competencias usurpadas a la Asamblea, la liberación de todos los presos políticos y la desmovilización de los paramilitares chavistas.
Los abusos se iniciaron con la represión violenta e indiscriminada de protestas pacíficas y ya provocaron 34 muertos, cientos de heridos y más de 1600 detenidos. La represión originó también conatos violentos y saqueos como los de El Valle, donde murieron entre 11 y 18 personas.
«Hoy las cosas están mucho peor que hace un año para los venezolanos y para el gobierno, pero dentro de un mes el sufrimiento será aún mayor», resume Luis Ugalde, ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello y una de las voces más prestigiosas del país. El teólogo apuesta por una «salida democrática excepcional, con el menor costo posible para toda la población. Es de vida o muerte». Ugalde reclama un gobierno de salvación nacional, que es «imposible sin una decisión predominante en las fuerzas armadas» y sin un apoyo internacional rápido y efectivo.
Pase lo que pase, Venezuela cambió. En nada se parece políticamente a la de marzo, cuando el chavismo se mantenía en su zona de confort pese a la peor crisis social y económica que se recuerde en el país. Hoy, un mes después, Maduro comunicó la «indeclinable decisión» de que su país salga de la OEA, «vehículo de intervenciones abiertamente lesivas», que con su plan intervencionista «va mucho más allá de la intención aviesa de derrocar mi gobierno, sino que de manera histórica procura destruir el modelo bolivariano».
La Nación
