Desde los 15 años apuntaló una trayectoria marcada por el esfuerzo y la vocación. Luego, integró ficciones de gran repercusión como “Gasoleros”, “Carola Casini” y “Loco por vos”. Le encantan los personajes de búsqueda creativa y, además, expone, con verdadera unción, reconocimiento hacia aquellas figuras del espectáculo que han marcado su camino. De ahí su participación en aquellos queribles shows de Sandro y más, hacia aquí, al lado del emblemático Cacho Castaña.
Actualmente se desempeña en la comedia “Mi mujer se llama Mauricio” junto a un importante elenco en el teatro Premier. “Desarrollo un personaje muy agradecido. Lo hice en otra versión de esta misma obra y eso me permite desde lo actoral transitar la composición de otra forma”, le dice Matías Santoianni a DiarioShow.com, que además destaca: “Soy consciente de las dificultades que la gente debe atravesar, desde lo económico hasta conseguir transporte público en horario nocturno. Por eso, cada aparición mía en el escenario tiene que ver con una batalla a suerte y verdad. Pongo corazón, cuerpo y alma para que ese espectador tenga la posibilidad de olvidarse de su rutina diaria y entretenerse por medio de la sensibilidad y el buen gusto”.
Matías entiende que “la actividad del actor está bastante desvirtuada. Hoy te conocen dos minutos y el mercado laboral ya te está ofreciendo la posibilidad de estar en una tira. Siento que todo está muy berreta: hay grandes actores que se encuentran sin laburo, por otra parte, trabajan siempre los mismos y las historias, perfil más, perfil menos, no ofrecen variantes”.
A lo que agregó: “Dejando de lado algunas producciones, las tiras, en líneas generales, reiteran las mismas propuestas argumentales: el rico, el pobre, la chica desvalida que tiene dificultades para ascender y, finalmente, llega. En consecuencia, esto le abre la puerta a todo tipo de latas extranjeras y también a soportes como Netflix, series que cuentan con una estructura de producción enorme y con 15 autores”.
Una y otra vez, el actor analiza: “Estamos viviendo tiempos ‘exageradamente’ modernos. El celular ingresó en una suerte de locura impensada donde todo lo encontramos allí. Yo sigo teniendo el aparato de radio reloj, escucho la AM… tener un teléfono para boludear todo el día y para dar cuenta de que uno estuvo con la tía o que se sacó a orinar al perro… realmente, ¿ a quién carajo le interesa todo esto?”.
