Estados Unidos lidera a un puñado de países que decidieron actuar como un escudo político frente a las condiciones de ajuste que habitualmente promueve la burocracia del Fondo Monetario Internacional (FMI) para avalar un crédito stand by. La posición de Donald Trump avalada por Japón, China, Brasil y España implica una defensa del gradualismo del programa económico de Mauricio Macri que está jaqueado por una corrida financiera que tomó millonarias reservas del Banco Central, quebró la meta de inflación del 15 por ciento, disparó las tasas de interés y puso al dólar por las nubes.
«No vemos el comienzo de una crisis de los países emergentes con el caso de la Argentina. Estados Unidos respalda las reformas de Macri», aseguró David Malpass, subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro. Malpass no es un simple burócrata de la administración republicana: trabajó con Ronald Reagan y H.W. Bush, fue economista jefe en el banco Bearn Stearns y escribió sobre finanzas en Forbes y Wall Street Journal.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se encontrará este jueves con Malpass en el Departamento del Tesoro. La cita acordada sobre la marcha exhibe el interés que tiene Trump para ratificar la gestión de Macri. Dujovne ya inició las negociaciones con la burocracia del FMI y su reunión con Malpass demuestra que el ministro de Hacienda no está solo frente a un organismo multilateral con pasado vinculado al ajuste y a la caída de gobiernos democráticos.
Tras su reunión con Malpass, el ministro de Hacienda tomará café con Christine Lagarde, directora gerente del FMI. Dujovne pensaba que se iba a encontrar ayer con Lagarde, pero la directora del FMI estaba en París y esa información pública no era conocida por Balcarce 50. Recién en DC, la delegación argentina conoció que su anfitriona estaba en la capital de Francia.
No se conocen aún las condiciones que planteará la burocracia del FMI al ministro Dujovne y su staff. Su colega de Finanzas, Luis Caputo, explicó que Lagarde apoya el gradualismo de Macri y que no habría una presión institucional a cambio del crédito stand by. Sin embargo, el FMI se caracteriza por exigir ciertos requisitos antes de avalar un crédito asignado a un país miembro. Y en la burocracia del Fondo anuncian que no piensan cambiar todas las reglas del juego.
Ante esta obvia posibilidad, la Cancillería inició una ofensiva diplomática para exteriorizar el respaldo de la comunidad internacional a la decisión argentina de recurrir al FMI. Jorge Faurie habló con su colega japonés Taro Kono y quedó explicitado el apoyo de Tokio a las gestiones de Dujovne en DC. «Japón continuará apoyando los esfuerzos de reforma del presidente Macri», completó Noriteru Fukushima, representante nipón en Argentina.
Además de Estados Unidos y Japón, se logró el respaldo de España, China y Brasil, que implica casi un tercio de los votos del directorio del FMI. Esta correlación de fuerzas, inédita si se analiza la historia del Fondo y los países subdesarrollados, pone en evidencia otra situación geopolítica: no pareciera lógico que Argentina como organizadora del G20 sufra una crisis económica y financiera antes de la cumbre de Presidentes y jefes de Estado.
El G20 tuvo una actuación clave en la crisis del 2008 y su papel es muy importante en el diseño de una hoja de ruta destinada a evitar fracturas económicas que compliquen la vida cotidiana alrededor del mundo. Si Argentina pide ayuda preventiva al Fondo, y será anfitriona del G20, es obvio que el respaldo financiero debería fluir sin los conocidos condicionamientos del FMI.
La negociación se extenderá por seis semanas. Y el acuerdo implicará un monto en millones de dólares que aún no se ha determinado. Habitualmente, la cifra está en relación con la crisis y las condiciones a cumplir. Macri habla con Trump. Quizás, obtiene una rebaja.