Un espacio sencillo, sin la pomposidad del despacho que ocupó hasta el lunes pasado, pero a unos 300 metros de la quinta de Olivos que ahora habita Alberto Fernández.
Mauricio Macri se instaló en las oficinas que alquiló en Libertador, en la localidad de Vicente López, en la esquina de Alberdi, a tres cuadras de la quinta presidencial. Un tercer piso amplio con vista a la avenida, con vigilancia discreta -abajo lo espera un auto de la custodia “residual” que tiene asignada- y un par de despachos en el que pasa buena parte de su tiempo y por el que ya desfilaron dirigentes y amigos.
Macri está aliviado, resaltan a su lado. Su histórico vocero, Iván Pavlovsky, va y viene por las oficinas. Fernando de Andreis, ex secretario General de la Presidencia, tiene una sala pegada a la del ex mandatario. Dario Nieto, el ex secretario privado, también visitó el edificio. Ana Moschini, su eterna secretaria, maneja la agenda. Marcos Peña optó por alejarse por un tiempo indeterminado.
A mediados de semana, el ex mandatario recibió al presidente del PRO, el senador Humberto Schiavoni; a Patricia Bullrich, la ex ministra de Seguridad que, de no medir imprevistos, lo reemplazará a partir de marzo en el cargo; a Guillermo Dietrich, el ex ministro de Transporte; Eduardo Machiavelli, el representante de Horacio Rodríguez Larreta, y a De Andreis, que tiene previsto alternar sus días entre esas oficinas y la sede del PRO, en la calle Balcarce, a cuatro cuadras de la Casa Rosada.
El encuentro estuvo dedicado casi con exclusividad a la organización del PRO. José Torello, todavía apoderado, también pasó por las nuevas oficinas de Macri en la semana.
El ex Jefe de Estado sigue convencido de que su administración dejó “la vara alta”, como remarcó Peña en sus últimas entrevistas antes de dejar la Jefatura de Gabinete. En su discurso inaugural frente a la Asamblea Legislativa, Fernández se ocupó en trazar, por el contrario, un crudo diagnóstico: “La inflación más alta de los últimos 28 años”, “la tasa de desocupación más alta desde el 2006”, “el PBI más bajo de la última década” y “la pobreza y la indigencia en los valores más altos desde el 2008”, entre otras complejas variables.
Macri no se resigna. Según pudo saber este medio, planea “monitorear” la gestión actual a través de los equipos técnicos de la Fundación Pensar y de algunos ex funcionarios de gobierno. “El compromiso con el 40% del electorado que nos votó”, abundan sus colaboradores. El líder del PRO, por las dudas, casi que no lee diarios. Ni mira televisión.
Alterna reuniones políticas con sociales. El martes por la mañana podría participar de la reunión de la mesa política de Juntos por el Cambio. Posiblemente en el búnker de la calle Balcarce. El resto de los integrantes de esa mesa, del PRO, la CC y la UCR, aún no tienen confirmada su presencia.
En paralelo, hay otro monitoreo vinculado con los expedientes judiciales que lo salpican. Alejandro Pérez Chada, el penalista que contrató hace años y al que conoció por cortesía de Pedro Pompilio, el fallecido dirigente xeneize, sigue de cerca las causas que se tramitan en Comodoro Py. Por ejemplo, la del Correo Argentino, que tiene el juez Ariel Lijo. Juan Bautista Mahiques, jefe de los fiscales de la Ciudad, también colabora. Por pedido del propio ex mandatario. Y por sus vínculos en Comodoro Py.
El ex Presidente, que mandó a remodelar junto a su mujer la casona que se compró en la zona de Acassuso -todavía duermen en la quinta Los Abrojos- tiene además otro proyecto de largo plazo: quiere escribir un libro sobre su paso por la Presidencia. Las memorias de su gobierno.
El consultor Jaime Durán Barba, que abandonó el país después de la derrota de las elecciones, volverá al país a fines de enero. Sigue en contacto con su amigo y cliente. Y con Rodríguez Larreta, a quién asesora. El ecuatoriano da clases en Washington por estos días.
Macri no tiene pensado hablar por un tiempo largo.
“Es el tiempo de Alberto Fernández”, repiten en su entorno algunos de los colaboradores que lo visitaron en estos días, después de sus últimos minutos como presidente frente a la Asamblea Legislativa, el martes 10. Para las fiestas, planea recluirse durante un mes en el selecto country Cumelén, en Villa La Angostura, en el sur del país. A fines de febrero, tiene agendado un evento en Punta del Este, el balneario de moda uruguayo que la familia fatigó durante años. Es el casamiento de la hija del empresario Nicolás Caputo, el más íntimo de los amigos. El ex Jefe de Estado no va a Uruguay hace al menos una década.
Los ex ministros de su gabinete también planean largas vacaciones. Algunos de ellos en el exterior. El grupo de WhatsApp de los ministros todavía no se disolvió: hasta al menos el jueves tuvo actividad.