Máximo ya es la figura con mayor poder después de Cristina K

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La imagen es sintomática: Máximo custodió, hasta ayer, la puerta de acceso a la habitación de la presidenta Cristina Kirchner en el Hospital Austral. Nadie podía entrar a verla sin su autorización, excepto los familiares. Después de las elecciones, con la consolidación de La Cámpora en las provincias, en el Congreso y en el Gobierno nacional, el primogénito se convirtió en un virtual heredero de Néstor Kirchner.

Varios ministros y secretarios de Estado consultados por PERFIL coincidieron en señalar que, después de CFK, en la escala de poder sigue Máximo. No sólo opina y aconseja a su madre, interviene en decisiones ejecutivas y políticas, maneja a su antojo a la agrupación juvenil –que puso contra las cuerdas a los gobernadores de Santa Cruz y Buenos Aires– y preparó, junto al histórico secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, el funcionamiento del Gobierno durante la licencia de la Presidenta.

Le da instrucciones al vicepresidente Amado Boudou y es el nexo entre Cristina y el resto de los ministros, junto a Zannini, Héctor Icazuriaga (SIDE) y Oscar Parrilli (secretario general de la Presidencia). Varias veces interviene también Juan Manuel Abal Medina, el jefe de Gabinete. Primero Cristina y después Máximo le impartieron a Boudou la expresa orden de que mantuviera un perfil bajo. El ex ministro de Economía, hasta ahora, acató a rajatabla. Máximo es, en los hechos, un superministro sin cartera.

A algunos les cuesta creer que un joven que apenas supera los 30 años y que nunca tuvo militancia política tenga tanto poder en el Gobierno. “Yo estaba sorprendido. Máximo hablaba y la Presidenta escuchaba mientras él sugería cosas”, contó un ministro que compartió hace poco tiempo un encuentro en Olivos. Ahora, la imagen parece que es más natural. Máximo solía tirar sus opiniones en las tertulias que hacía su padre con los funcionarios de su confianza. Luego desapareció del mapa y se dedicó a custodiar los negocios de la familia. Volvió a tener incidencia directa en el armado y consolidación de La Cámpora: llevó los nombres para que incluyeran en las listas de todo el país a hombres y mujeres de la agrupación. También presionó para poner funcionarios en los gabinetes provinciales y en el nacional. Lo hizo aun cuando eso llevó a la ruptura con sectores del PJ. Y por supuesto, con el aval de su madre.

Máximo orquestó la movida contra el gobernador de Santa Cruz. Lo dejó casi sin nada de poder en menos de 24 horas. Mandó a su tropa, ocho diputados provinciales, a apartarse del bloque en la Legislatura y acto seguido varios ministros renunciaron. Lo hizo con la convicción de que el gobernador dejaría el cargo, pero no sólo no lo hizo sino que dobló la apuesta: salió a cuestionar a La Cámpora. La idea de Máximo, avalada por CFK, es colocar al frente de la Gobernación a un pingüino puro. Peralta nunca lo fue. Ni siquiera tiene el respaldo de alguna de las líneas internas del peronismo santacruceño. Si Peralta renuncia, el que queda al frente del poder es Fernando Cotillo, un histórico del riñón K. El gobernador desafió a Máximo. Habrá que ver cómo termina. Ayer otro de sus ministros renunció, cuando parecía que reacomodaba su gabinete (ver página 4).

Hoy Máximo está instalado en Olivos. Es el principal sostén de Cristina. El infunde la teoría del miedo con una famosa frase que se repite en muchos círculos del poder: “Máximo escucha todo. Algunos creen que es una broma, pero es omnipresente”, confió un miembro de La Cámpora que lo frecuenta. Hay funcionarios que le temen, y él alimenta el mito. Manda a sus laderos a que digan, en su nombre, que Máximo conoce todos los secretos de determinada persona. Nadie sabe si es cierto, pero él deja correr el rumor y logra que le tengan miedo. Las famosas historias sobre las escuchas a Boudou son parte del relato que convierte a Máximo en una figura tan importante, casi, como la de la presidenta de la Nación. Es cierto que hoy se mueve a la par de Zannini, Icazuriaga y Parrilli. Es cierto también que propone y ordena. No se sabe si, cuando la Presidenta vuelva de la licencia, seguirá tan metido en las decisiones como hasta ahora.

Fuente: perfil

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