Los hechos macabros comenzaron a conocerse la semana pasada cuando militares hallaron primero medio centenar de cadáveres en fosas clandestinas en el municipio de San Fernando, en el estado de Tamaulipas, justo en una zona donde en agosto pasado sicarios del cartel de las drogas de Los Zetas mataron a 72 inmigrantes, la mayoría centroamericanos, reportó EFE.
Los militares buscaban a los responsables del secuestro de varias personas que viajaban en autobuses de pasajeros hacia la ciudad tamaulipeca de Reynosa, fronteriza con EE.UU., a finales de marzo pasado.
A lo largo de los días, el número de cadáveres ha ido subiendo hasta llegar hoy a 116, esto a partir de que el Ejército logró la detención de varias personas y que este martes suman 17, presuntamente miembros del cartel de Los Zetas.
Entre esos detenidos está un joven que confesó que «ha asesinado (a lo largo de su carrera delictiva) a más de 200 personas», reveló el presidente Calderón.
La titular de la Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía), Marisela Morales, informó este martes que los cadáveres hallados son 116 y no 120 como había informado horas antes la Fiscalía de Tamaulipas. Sin embargo, no dio detalles sobre la diferencia en la cifra.
La fiscal también indicó que 34 peritos han realizado las necropsias a 72 cuerpos, por lo que se tiene ya identificación de ADN para que personas que busquen a un familiar desaparecido en esas fechas y por esa región y que deseen acudir ante las autoridades.
Morales no dio ninguna identidad de las víctimas, pero hoy el Gobierno de Guatemala informó que el inmigrante guatemalteco Feliciano Tagual Ovalle fue identificado entre las víctimas de Tamaulipas.
Además, el lunes el Consulado de Estados Unidos en la ciudad de Matamoros (Tamaulipas) informó que al menos un ciudadano de ese país fue secuestrado de un autobús de pasajeros en días pasados.
En un acto con empresarios, en el norteño estado de Coahuila, el presidente Calderón pidió hoy a la sociedad condenar a los criminales con un «¡Ya basta!» colectivo y pidió no confundir que los enemigos «son los que asaltan, roban y envenenan a los jóvenes, no quienes los combaten».
El ministro de Gobernación, Francisco Blake, informó que el Gobierno federal mantendrá un despliegue de soldados y de agentes federales en la zona «hasta detener a todos los delincuentes involucrados» y restablecer las condiciones de seguridad hasta que la policía local tenga la capacidad de hacerse cargo.
Asimismo, indicó que el Gobierno federal reforzará y mantendrá un dispositivo permanente de seguridad en las carreteras de la región noreste del país.
Tamaulipas es uno de los estados más castigados por la violencia, en particular por la guerra que libran los carteles de las drogas Los Zetas y del Golfo.
Blake dijo que los hechos de San Fernando muestran el perfil despiadado y la ambición sin limites de las organizaciones criminales en su errónea búsqueda de un predomino regional sobre la sociedad y el estado de Tamaulipas.
Además, dijo que estos hechos evidencian «la fragilidad institucional local» para actuar oportunamente para enfrentar con eficacia a la delincuencia, además de que existe un «involucramiento de agentes de seguridad local en el crimen».
El presidente Felipe Calderón, al asumir en diciembre de 2006, lanzó una guerra contra el narcotráfico apoyado en el Ejército y la Policía federal, con lo que ha logrado la captura de varios de los más importantes capos.
Pero también esta guerra ha dejado un saldo de más de 35.000 muertos, debido principalmente -de acuerdo con las autoridades- a las luchas intestinas entre organizaciones criminales por el control del mercado local de las drogas y de rutas de tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos.
En estos cuatro años y medio de Gobierno de Calderón, México se ha visto sacudido con crímenes brutales como el asesinato de 72 inmigrantes, la masacre de 15 jóvenes en Ciudad Juárez, la matanza de 24 albañiles en el Estado de México y la muerte de 20 turistas mexicanos en Acapulco.