La inesperada partida de Walter «Lito» Juárez, provocó un inmenso dolor no sólo en sus familiares sino también en el ambiente artístico de la ciudad de La Banda.
Es así que el reconocido estudioso del folclore santiagueño, Miguel Coria, le dedicó una elegía dedicada a los cantores y musicos santiagueños, «que nos dejaron su voz y su música para la eternidad. Pero especialmente para «el quenero» que este lunes nos dejó».
Cuándo muere un cantor
su voz se aferra
al corazón de la tierra;
y en ese mutismo con mortaja
comienza su vuelo al silencio eterno.
No habrá tiempos ni memoria
que olviden su historia,
solo habrá gloria en su sosiego
y una copla encausada en su final
y su misterio.
Cuándo muere un músico
los pájaros de su tierra
vuelan en cruz y sigilo,
solo se escucha su voz
y en un horizonte marrón
será nostalgia y suspiro;
porque en su vuelo dejará
su canto ancestral
como testigo de su savia
de su canto, de su existir
de esa amistad compartida,
de esa alma repartida.
Cuándo muere un cantor
no lo llores, cántale, rubrica
una trova.
Enséñale al tiempo inexorable
que un cantor en su expiración
nunca…nunca entrega su voz.