Murió el cardenal Tauran, el francés que anunció al mundo que el nuevo Papa era argentino

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En la Argentina, su figura delgada siempre será recordada de manera muy particular. El cardenal francés Jean-Louis Tauran, que murió el jueves a los 75 años, fue el hombre que anunció al mundo el 13 de marzo del 2013 que Jorge Bergoglio era el nuevo Papa, y que de ahí en más se llamaría Francisco.

El purpurado, que padecía la enfermedad de Parkinson, presidía el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. En 2014 fue designado camarlengo de la iglesia, es decir encargado de la transición entre la muerte y la elección de un papa, lo que no podrá cumplir.

Tauran fue uno de los religiosos franceses más importantes de la Curia Romana, con una amplia trayectoria diplomática tras haber sido Secretario de las Relaciones con los Estados por 13 años, una suerte de ministro de Relaciones Exteriores de la Santa Sede durante el pontificado de Juan Pablo II.

Tauran, durante un encuentro con autoridades religiosas musulmanas en El Cairo.
«Los obispos de Francia perdieron a un hermano en el episcopado, humilde servidor de la Iglesia, artesano del diálogo profundo ferviente y lúcido con otros creyentes», comentó el vocero del episcopado francés, Olivier Ribadeau Dumas.

Proclamado cardenal por Juan Pablo II en 2003, ocupaba el cargo de presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso desde 2007 a pedido de Benedicto XVI. Fue después de que se deterioraron las relaciones con el mundo islámico por el discurso del papa alemán en la Universidad de Ratisbona en el que vinculó violencia con islam.

Tauran pasó la mayor parte de su vida al servicio de la Santa Sede. Ordenado sacerdote en 1969 en Burdeos, empezó su carrera en el Vaticano en la Pontificia Academia Eclesiástica a principios de los años ’70.

En abril pasado visitó a Arabia Saudita, donde se reunió con el rey Salman, el primer viaje de un representante de la Curia a ese país.

Afectado por la enfermedad de Parkinson desde hace 6 años, fue condecorado en numerosas ocasiones y participó en los preparativos de varios viajes papales delicados, entre ellos el histórico de Juan Pablo II a Cuba en 1998.

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