Nueva Esperanza celebra 29 años de su declaración como ciudad

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Nueva Esperanza, cabecera del departamento Pellegrini, celebra este domingo 18 su 29° aniversario como ciudad, con el rango de municipio de tercera categoría.

Condicionados por la pandemia de covid 19, los vecinos no podrán celebrar como de costumbre, con imponentes actos protocolares y la fiesta popular con espectáculos y bailes que reunían a las familias y amigos.

Tomando todos los recaudos establecidos mediante protocolo, este domingo desde las 9 se realizará un acto reducido en plaza General San Martín con la presencia de autoridades municipales, ex intendentes y concejales.

Habrá izamiento de banderas, ofrenda floral a la fundadora del pueblo, invocación religiosa, palabras del intendente Hugo Guerrero, quien horas antes de este nuevo aniversario expresó sus mejores deseos a todos los vecinos de Nueva Esperanza y los alentó a seguir trabajando por el crecimiento de la ciudad, siguiendo el ejemplo de las familias fundadoras.

Declarada ciudad

El 18 de octubre de 1991 el pueblo pujante de Nueva Esperanza vivió una jornada histórica. Aquel día se oficializó el rango de municipio de tercera categoría en cumplimiento de la Ley Nº 5.860.

Los vecinos todavía recuerdan las interpretaciones de la Banda de Música de la Policía de la Provincia que marcaron la entrada de la delegación de la Escuela de Cadetes de la Policía.

El acto que se desarrolló en la intersección de Francisco de Aguirre e Independencia contó con la presencia del gobernador de aquel entonces, Ing. Cesar Iturre. En aquella oportunidad se inauguró la remodelación e iluminación de la plaza San Martín y calles adyacentes, la reconstrucción y puesta en funcionamiento de la torre tanque con capacidad de 50.000 litros de agua, enripiado y cordón cuneta en catorce cuadras, un salón para el funcionamiento del Concejo Deliberante y una biblioteca pública.

También postas sanitarias en El Ojito, Quebrada Esquina, El Balde, La Fragua y El Quemado. Además, se anunció la continuación de las obras del tendido de la red de energía eléctrica de conexión a Nueva Esperanza con la red nacional.

El comisionado municipal, Jorge Corvalán, dio la bienvenida a las autoridades provinciales y recordó en su discurso a los fundadores de la población y a las primeras familias de Nueva Esperanza, al afirmar que “ellas fueron las pioneras de esta iniciativa”. Seguidamente el jefe comunal procedió a la entrega de las llaves de la ciudad al mandatario provincial. Luego el presbítero Juan Mc Carthy encabezó la bendición del pueblo y ciudad de Nueva Esperanza.

Desde entonces, Nueva Esperanza tuvo como intendentes a Jorge Corvalán, José Ramón Nazar, Pascual Aguilera, Arnaldo Cazazola y actualmente a Hugo Guerrero.

HISTORIA 

De la “Villa Vieja” a la ciudad pujante

Según el testimonio de don José Manuel Luna, vecino del lugar y que consta en el libro histórico de la Escuela N° 418, el caserío originario de la actual población de Nueva Esperanza se encontraba situado más al norte, siempre sobre el camino nacional al río Salado, más o menos a un kilómetro y cerca del río Horcones.

Este caserío se denominaba “Villa”, de la que se conservan algunas viviendas como la de don Lucio Sánchez. A este lugar simiente en la actualidad se lo llama la “Villa Vieja”.

Corría la década del 60’ y este antiguo vecindario se despertó de su letargo con los auspicios y festejos del casamiento de la señorita Simona Vargas (nacida en 1846, hija de Cosme Vargas y Trinidad Ledesma) y el joven hacendado, don Francisco de Borja Ruiz (nacido en 1856, hijo de Nazario Ruiz y María de la Paz  Correa).

Esta flamante pareja conyugal dispuso el trazado de la villa. Hicieron construir la primera vivienda de material de lo que hoy es Nueva Esperanza. La obra estuvo a cargo de un albañil proveniente de la provincia de Tucumán, don Estrabón Castro.

Este acontecimiento sentó la base para la fundación del nuevo pueblo al que llamaron Nueva Esperanza. Se demarcó a 70 metros de la vivienda de los Ruiz Vargas una manzana cuadrada destinada a plaza y dejando suficiente espacio para calles. Alrededor de esta plaza se subdividió el terreno en lotes de 30 por 60 metros, que se entregaron en donación, un lote para la construcción de la capilla, otro de una cuadra para la escuelita Los demás para aquellos que quisieran formar parte del nuevo pueblo. De estos acontecimientos surge que la primitiva Villa Vieja se fue despoblando hasta que desapareció tomando impulso la Villa Nueva Esperanza.

De acuerdo a los relatos que se transmitieron en el seno familiar, Simona en agradecimiento por haberle salvado la vida a uno de sus hijos, Francisco Cicerón Ruiz Vargas, que padecía viruela, mandó a construir una capilla, que fue inaugurada el 2 de febrero de 1869 y que lleva desde entonces como patrono a San Roque, dando origen a una fiesta que se celebra anualmente cada 16 de agosto.

Antes de esto en casa de doña Simona, mujer buena y generosa, destinaba una de las piezas de la casona para la práctica de las virtudes religiosas, con una importante santería y un sencillo campanario. A este lugar concurrían muchos vecinos que profesaban la religión católica. Con el tiempo y el aumento de feligreses, esta pieza resultó pequeña, por lo que Simona Vargas mandó a construir de su peculio una capilla, destinada especialmente para el culto, donando toda su santería y el campanario de su propiedad.

La casa de la familia Ruiz Vargas se convirtió en el centro de todas las actividades sociales del lugar. La residencia tenía una quinta de plantas frutales que rodeaba la mansión y complementado por verdes alfalfares. Además, contaba con un molino harinero, que era útil no solo para la producción de la casa, sino para aquellos productores que desde grandes distancias llegaban para convertir sus cosechas en harina.

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