Fue un 1° de Septiembre distinto en Sacha Pozo, sin el polvaderal ni el sol quemando los rostros de los miles de peregrinos que se acercaban a recibir la bendición de Nuestro Señor San Gil.
Quizás por ello, el día fue gris y una tenue llovizna por sectores bendecía los corazones que imaginariamente se trasladaban a la pequeña capilla donde el padre Angelo Introzzi ofició la misa en honor a Nuestro Señor San Gil.
«El escondido de la alabanza» sonaba de fondo y los corazones latían cada vez más fuerte, la distancia que impone esta pandemia se hizo sentir hoy más que nunca; sin embargo la fe y el amor siguen intactos y las plegarias llegaron desde los lugares más lejanos que podamos imaginar.
En su homilía el padre Introzzi destacó: «Nos reunimos para compartir con fe y amor esta fiesta de San Gil. Quizás no como hubiésemos querido, pero hay que tener en cuenta que siempre la vida nos trae una cruz y a la cruz nadie la elige ni la quiere, ni siquiera Cristo la quizo, pero se la regalamos nosotros».
«Aquí estamos en Sacha Pozo, en la Capilla de San Gil celebrando su fiesta. Muchas veces pensamos que si no podemos llegar a un lugar, no cumplimos y por lo tanto no recibiremos la gracia, ni la bendición y no es así. A un santo no lo podemos enjaular en una capilla, en una iglesia o una Catedral, ellos no vivieron aquí, ellos pertenecen a todo el mundo y desde donde se encuentren pueden purificar esa fe que existe en sus corazones», destacó el sacerdote.
También puntualizó: «El santo es un ser humano como todo el mundo, eran personas frágiles que necesitaban de la misericordia y de la gracia para crecer en el amor a Dios. Entonces les pido que sean santos porque es el llamado a la vocación de todo cristiano. San Gil vivió esa vocación en su vida y se hizo un hombre de Dios».
Asimismo señaló que cada día al templo ingresa gente que se siente mal. «Sobre todo ante éstos días que nadie eligió y hablo de la presencia del Covid, de la falta de trabajo, de la falta de comida pero debemos levantarnos para superar cada prueba».
«Cuando una persona se entrega a Dios hace que otras se acerquen a él. Anuncien al Señor, ustedes que han sido bautizados y tienen fe lleven ese mensaje, sean personas de bien, acompañen a los que lo necesitan. Hay mucho para conocer y experimentar en esta devoción que indudablemente nos hará encontrar con Dios. Y recuerden que el Señor necesita de los hombres, él puede hacer todo pero es menester que colaboremos construyendo y ocupándonos de quienes más necesitan».
Tras la celebración, se le brindó una pequeña serenata al Señor San Gil cumpliendo con las tradiciones y uniendo en la fe a todos los que siguieron la transmisión a través de las redes sociales, con la esperanza que al año el Santo de los Pobres nos vuelva a reunir.