¿Qué caja fuiste a abrir a Grecia, Pandora?

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Cuenta la mitología griega que en un principio todo era caos hasta que los dioses decidieron darle a cada cosa existente su lugar en la tierra. Luego crearon a los animales y, entre ellos, a uno que sería superior al resto: el hombre. Zeus, el rey de todos los dioses, estaba deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego al sol, dárselo a los hombres y con esto dotarlos de las herramientas necesarias para sobrevivir. Entonces ordenó crear a la primera mujer en la tierra, llenarla de sabiduría, seducción, poder de manipulación y belleza.

Esta mujer fue bautizada con el nombre de Pandora y recibió una caja, del propio Zeus, con instrucciones de no abrirla bajo ninguna circunstancia. Como fue dotada por los dioses de numerosas habilidades pero también de una gran curiosidad, con el tiempo se tentó –al igual que Eva con la manzana– y al abrirla dejó escapar de su interior todos los males del mundo.

Cuenta la mitología peronista que un día Pandora reencarnó en Tolosa, un barrio de La Plata, y que, muchos años después, cuando le tocó manejar la caja, empezaron a escapar de su interior una cantidad de planes sociales nunca vistos, millones de puestos para familiares y amigos en el Estado, partidas de dinero para premiar a los gobernadores e intendentes que le rindieran pleitesía y, a los que no, el ocaso. Pautas publicitarias millonarias destinadas a los medios que hablaran maravillas de su figura. Fútbol para Todos, Automovilismo para Todos, Cadenas Nacionales para Todos… y contratos millonarios para unos pocos. Esos que les permitieron abrir otro tipo de cajas: las de seguridad en bancos privados locales e internacionales. Populismo es sinónimo de demagogia, del griego dēmos (pueblo) y ago (dirigir), que en argentino significa «voy a repartir a cuatro manos total no es nuestra».

Por eso no encaja -parece a propósito, pero no hay mejor palabra para describirlo- que días atrás se fuera de gira a Grecia. ¿Alguien sabe el motivo para abandonar a ese otro ser mitológico que vive encerrado en la gobernación de Santa Cruz? ¿Alguien puede entender cómo la dejó sola moviendo los muebles para contener a los manifestantes producto de la crisis de los 16 meses de gobierno de Macri y no por los 20 años de kirchnerismo? La verdad que no, pero veamos. Para empezar, fue vista en primera clase de un avión de bandera inglesa. Seguramente haya sido así porque su vuelta estaba programada luego de la charla magistral que daría en Oxford, a la cual no asistió debido a la gravedad institucional del 2×1 que impulsó la Corte Suprema de Justicia. A ver si se entiende: decidió acortar su viaje para ponerle el hombro al país que tanto la necesita, pero se quedó sacándose fotos en el Partenón con turistas argentinos. ¿Y Oxford? ¿Y la conferencia? ¿Y la moto? ¿Y Candela?

«Una vez en Grecia arrancó en un centro de refugiados de Atenas, donde se solidarizó con personas que dejaron sus hogares huyendo de la guerra. «Esto es una tragedia humanitaria pocas veces vista», le dijo a un pequeñito que la miraba desconsolado. «¿Como la que dejó usted en su país?».

En la reunión que mantuvo con el primer ministro griego Alexis Tsipras, le planteó la necesidad de abordar una nueva arquitectura institucional de la democracia. Tsipras, que tiene más deudas que un club del ascenso y hoy es visto como un traidor por aplicar las políticas del FMI, le mandó saludos para Mauricio y la liberó así podía asistir a un auditorio colmado, que la esperaba con ansias para entender las causas de la derrota en las últimas elecciones. «No pudimos hacerle ver al conjunto de la sociedad que su mejor posición económica era producto de nuestro modelo. Esos jóvenes que entraron a trabajar creyeron que era un mérito propio». Una frase célebre. Como aquella que aprendimos cuando íbamos a la escuela primaria: «Lo dijo Sócrates, lo afirmó Platón, la última gotita siempre queda en el pantalón».

De ahí siguió rumbo a una conferencia en el bloque de diputados de frentes progresistas, verdes y de izquierda en Bruselas. Todavía conmovida por su paso por Grecia, dejó salir de la caja un sinfín de traiciones. Calificó al gobierno de Mauricio Macri como la estafa electoral más grande de la historia argentina (bien ahí dando una mano por el país que tanto la necesita). Apeló a su pasión por las series y le spoileó la trama de Homeland a los legisladores que fueron a escucharla, en un paralelismo por las dificultades que debe afrontar una mujer a la hora de manejarse en un puesto de poder político en nuestro país (como si María Eugenia y Lilita vivieran de vacaciones).

Ya que estaba, pidió por la liberación de Milagro Sala «injustamente acusada de crímenes que no cometió» (¿y si la canonizamos?). También aprovechó para despotricar contra los medios de comunicación y llamó a defender la democracia de la derecha golpista a través de las redes sociales -a Mark Zuckerberg le gusta esto-. Aseguró que no la podrán callar aunque le armen 80 causas (este lunes un juez federal presenta la 81). Y, por si faltara algo, dijo que vivimos en una sociedad que no está capacitada para leer lo que pasa detrás de las noticias. «Teníamos formación intelectual, de lectura» (y bue… si no inaugurás una escuela en 12 años, puede fallar).

Decíamos que a Pandora los dioses le otorgaron una gran curiosidad pero igualmente decidió no hacerles caso y, al abrir la caja, dejó escapar todos los males del mundo. Lo interesante es que, cuando atinó a cerrarla, sólo quedaba en el fondo el espíritu de la esperanza. De esta historia surgió la expresión «La esperanza es lo último que se pierde».

Por suerte.

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