
La digitalización de los servicios financieros ha facilitado la forma en que las personas envían, reciben y gestionan su dinero. Las transferencias en línea son hoy una herramienta cotidiana que permite mover fondos desde una computadora o teléfono móvil en cuestión de segundos.
No uses redes de WiFi públicas durante la transacción

Cuidad con las aplicaciones y sitios falsos

El crecimiento de las aplicaciones bancarias vino acompañado del aumento en los intentos de suplantación de identidad. El phishing, una técnica que utiliza sitios web o apps falsas para engañar a los usuarios y robar sus credenciales, es una de las amenazas más comunes.
Estas páginas pueden imitar perfectamente a la plataforma oficial de un banco, pero cualquier dato ingresado allí será capturado por delincuentes.
Para prevenirlo, es fundamental verificar que la dirección web comience con “https://” y que tenga el ícono de candado en la barra del navegador. Además, las aplicaciones bancarias deben descargarse únicamente desde tiendas oficiales como Google Play o App Store, y confirmar que el desarrollador sea la entidad financiera correspondiente.
Nunca compartas datos confidenciales por teléfono o mensaje

Ningún banco solicita contraseñas, códigos de verificación ni números completos de tarjeta por correo electrónico, llamada o mensaje de texto. Si alguien pide la información a través de estos medios, lo más probable es que se trate de un intento de fraude.
Ante cualquier solicitud sospechosa, es recomendable no responder y contactar directamente al banco a través de sus canales oficiales. Validar cualquier requerimiento de información confidencial puede evitar accesos no autorizados o transferencias fraudulentas.
La ingeniería social es una herramienta habitual entre los estafadores, por lo que mantener una actitud preventiva es clave.
La importancia de actualizar tus dispositivos
Otra medida esencial para mantener la seguridad de las transacciones es tener actualizado el sistema operativo del dispositivo y las aplicaciones financieras. Las actualizaciones no solo mejoran el rendimiento, sino que corrigen fallos de seguridad que pueden ser explotados por malware o software espía.

Activar las actualizaciones automáticas en teléfonos y computadoras garantiza el acceso a parches de seguridad tan pronto como están disponibles. Complementar esta práctica con un antivirus confiable añade una capa extra de protección frente a archivos infectados o accesos no autorizados.
Una de las medidas más efectivas para proteger el acceso a las cuentas es la autenticación de dos factores (2FA). Este sistema requiere, además de la contraseña habitual, un segundo código que se envía al móvil del usuario o se genera desde una app especializada.
Aunque muchos consideran que esta verificación adicional es incómoda, en realidad dificulta notablemente el acceso no autorizado.
En caso de que alguien obtenga la contraseña, no podrá ingresar a la cuenta sin ese segundo código. Por ello, activar la autenticación en servicios bancarios y otras plataformas sensibles es una acción fundamental para reducir riesgos.
Proteger los datos personales y bancarios no es una acción puntual, sino una práctica constante. Desde evitar redes inseguras hasta verificar las fuentes de descarga, cada paso cuenta. A medida que los servicios financieros continúan migrando al entorno digital, también lo hacen las amenazas que buscan aprovechar los descuidos.
Fuente Infobae