Michel Temer quería salir de la sala de máquinas del poder brasileño después de tres décadas en las sombras. Ahora se ha convertido en presidente. Por fin, los focos le buscan a él.
El Senado decidió este jueves iniciar un juicio político contra la mandataria Dilma Rousseff, abriendo el camino para que este glacial abogado de 75 años asuma los mandos de la mayor economía de Latinoamérica por el lapso mínimo de hasta 180 días.
En caso de que Rousseff sea declarada culpable de maquillar las cuentas públicas, Temer será presidente hasta el último día de 2018.
Sonriendo y en mangas de camisa, Temer siguió las votaciones sobre el impeachment de su compañera de gobierno durante cinco años en la Cámara de Diputados y el Senado.
Una imagen demasiado explícita para este estratega de andar erguido y aire distante poco dado a los excesos. Pero el líder desde hace 15 años del clave PMDB (centro) ya llevaba meses coqueteando con un protagonismo que siempre le rehuyó. Y tras sobrevivir casi 30 años en los envenenados pasillos de Brasilia, supo dosificar las señales de que su matrimonio de conveniencia con Rousseff ya no le convenía.
Hasta que en marzo dio el paso definitivo al orquestar la salida de su decisivo partido de la coalición de un gobierno al que había llegado como número dos y del que salió como su principal verdugo. Como gran «traidor» y «jefe conspirador», según la mandataria.
Incluso con su jaque a la reina surtiendo efecto, Temer siguió trabajando entre bambalinas. Mientras a Rousseff se le escapaba su presidencia entre las manos, su vice diseñaba desde su residencia el desembarco al despacho del Palacio de Planalto.
Tanto que ensayó ante el espejo su discurso por si acababa con la banda presidencial cruzada en el pecho. En su segundo «descuido» desde que el sillón de Rousseff comenzó a tambalearse, se filtró un nítido audio en el que, con la voz solemne que da el poder, Temer se dirigía «al pueblo brasileño» proponiendo un «gobierno de salvación nacional». Faltaban seis días para la votación en la Cámara de Diputados.
El monólogo era también un guiño a los mercados, que le ven desde hace meses como el torniquete que puede frenar la hemorragia económica que dejó anémico al gigante sudamericano.
‘Bella, recatada y de su hogar’
No se esperaba de alguien conocido por su templanza un enfrentamiento tan directo, pero la crisis histórica que sacude al quinto país más poblado del mundo no ha dejado a nadie donde estaba, o donde decía estar.
Tampoco a Marcela Temer, la joven tercera esposa del vicepresidente, madre de su quinto hijo y embarazada ahora del sexto. Esta ex concursante de certámenes de belleza 43 años menor que su marido, fue ensalzada en un polémico perfil de la revista conservadora ‘Veja’ como la primera dama perfecta: «Bella, recatada y de su hogar». El artículo no tardó en hacerse viral.
Michel Miguel Elias Temer Lulia nació en 1940 y creció en una chacra del interior paulista como el menor de ocho hermanos de una familia de inmigrantes libaneses católicos llegados a Brasil 15 años antes.
En la capital económica del país se convirtió en un prestigioso abogado constitucionalista -es autor de una obra de referencia que ha vendido más de 200.000 ejemplares- e inició la carrera que lo llevó a ser tres veces presidente de la Cámara de Diputados durante sus seis mandatos como legislador del PMDB.
Su distancia, sin embargo, siempre le apartó de los brasileños. Una encuesta de Datafolhamostró que en unas eventuales elecciones tendría entre 1% y 2% de intención de voto.
«Dicen que tengo que cambiar mis maneras, que soy demasiado ceremonioso. ¿Pero cómo? Siento envidia de quien hace bromas. Yo no sé hacer eso», contó a la revista Piauí en 2010.
Nuevo rumbo
La protección de los bastidores, sin embargo, no impidió que Temer se viera salpicado por el megaescándalo de corrupción en Petrobras.
En su explosiva delación premiada, el senador oficialista Delcidio Amaral afirmó que el líder del PMDB nombró directamente a dos de los directivos de la petrolera estatal condenados por el fraude.
Aunque su nombre ya había aparecido en otras confesiones, la Justicia nunca ha presentado cargos contra él. Temer también quedó fuera de la última ráfaga de pedidos de investigación del Ministerio Público, que sí alcanzaron a Lula, al líder opositor Aecio Neves o a la propia Rousseff.
El todavía vicepresidente, sin embargo, arriesga no poder presentarse como candidato a las elecciones de 2018 por haber realizado en 2014 donaciones a campañas electorales por un valor más alto del que permite la ley.
Ahora, con la presidencia de Rousseff prácticamente hundida, suenan desconcertantes los versos de «Embarque», uno de los poemas que Temer escribía en servilletas hasta que en 2013 dio el paso de publicarlos en su libro «Anónima intimidad».
«Embarqué en tu nave / Sin rumbo. Yo y tú / Tú, porque no sabías / Para dónde querías ir / Yo, porque ya tomé muchos rumbos / Sin llegar a ningún lugar».
Finalmente, encontró su destino.