El congelamiento económico impuesto por la cuarentena tendría consecuencias impensadas hace pocas semanas: el freno, al menos transitorio, en el avance de la inflación. Por supuesto, el dato será acompañado por una caída profunda de la actividad, que los organismos internacionales prevén superior a 5% del PBI mientras que analistas y bancos de inversión privados sitúan la caída por encima de 6%.
En cualquier caso, el avance del nivel general de precios daría una tregua durante los próximos meses, a pesar de la millonaria expansión monetaria por parte del Banco Central para evitar el colapso total de la cadena de pagos. En lo inmediato, y sólo en el cortísimo plazo, el rotundo giro de las discusiones salariales, que pasaron de buscar mejoras para empatar la inflación a negociar porcentajes de reducción y/o cuotas para el pago de sueldos, es uno de los principales factores detrás del imprevisto fenómeno.
Se repiten, en las últimas dos semanas, los casos de gremios que lidian con propuestas de empresas para hacer frente al pago de su nómina. Desde la reducción de hasta 50% del sueldo decidida por las cadenas de comida rápida hasta el acortamiento horario en contraposición al recorte de sueldos, además de las suspensiones, en las automotrices y concesionarias. Esas decisiones fueron el corolario del despido de los 1400 obreros del gremio de la construcción por parte de Techint, con los que la empresa terminó acordando una suma fija en concepto de gratificación.
A ese panorama se sumó en las últimas horas el pedido que recibió la Unión Metalúrgica por parte de uno de los sectores a cuyos trabajadores representa para reemplazar el pago del sueldo por una suma no remunerativa equivalente a la mitad del salario de bolsillo de cada trabajador. La propuesta, alcanzada por la Asociación de Fabricantes de Autocomponentes (AFAC), fue también presentada al sindicato del plástico y textil.
Así, la discusión paritaria que empezaba a desarrollarse a inicios de marzo quedó completamente relegada y hasta mutó drásticamente en escenarios de contingencia para evitar el mal mayor, el de los despidos. Aunque no será la principal determinante en el futuro cercano, esa variable modificará las expectativas domésticas en el corto plazo, amortiguando las presiones que inevitablemente se generarán con el correr de las semanas, producto de la cuantiosa emisión de pesos y, también, de la ampliación de la brecha en la cotización del dólar oficial con el libre –el contado con liquidación (CCL) y el dólar Bolsa (MEP)-, que ayer superó 50%.
La industria autopartista propuso reemplazar el pago del sueldo por una suma no remunerativa equivalente a la mitad del salario de bolsillo de cada trabajador.
En contrapartida, la evolución del dólar oficial, junto con la estabilidad de las tarifas, son las dos que permanecerán disponibles para contener la situación. “En tanto y en cuanto el dólar oficial no se dispare, la inflación no tendrá un salto. En abril no la veo subiendo, aunque sí se mantendrá en un nivel alto”, dijo Martín Polo, economista jefe de Mills Group, quien remarcó que la aceleración de la expansión monetaria sumada al desplome de la producción y las dificultades de las empresas por mantener los inventarios terminarán por modificar esa foto.
La ampliación de la brecha cambiaria, es otro de los elementos a tener en cuenta, aunque tampoco de manera inmediata. “En lo inmediato, la emisión monetaria no actúa y tampoco el contado con liqui está subiendo ahora porque el Central expandió mucho la base en las últimas semanas. Lo que se está viendo es un proceso en el que las expectativas llevan a los inversores a cubrirse de riesgos mayores», agregó Polo.
Lo concreto es que, a pesar de haber superado ayer la barrera de los $ 100, la tasa de aumento del precio del dólar “contado con liqui” desde agosto pasado se mantiene estable. Así lo notó el fundador de la consultora Asesor De Inversiones, Alejandro Bianchi.
«Aunque en los últimos días tuvo un aumento vertical, si se mantiene dentro de la tasa de evolución de los últimos nueve meses, el precio de mínima del dólar libre será a fin de año de $ 128 y el máximo podría ubicarse en $ 174. Esos valores son a fin de año, siempre que se mantenga entre los mismos parámetros de suba que hasta ahora”, calculó el analista, quien advirtió motivos para posibles desvíos, como las mayores complicaciones a la cadena de pagos que podría traer el reperfilamiento de la deuda en dólares dispuesto la semana pasada. Sin embargo, sostuvo que “en el corto plazo, nada de todo eso va a impactar en la inflación, en términos de una aceleración desbocada, pero sí en el mediano plazo cuando, eventualmente se reactive la economía”.