Río Cuarto: la primera batalla electoral entre el peronismo unido y Juntos por el Cambio

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Córdoba es especial. Eso lo saben muy bien el kirchnerismo, que creyó que sancionando a esa provincia lograrían domesticarla. No pudieron con José Manuel de la Sota pero tampoco con Juan Schiaretti. Uno y otro apostaron por la moderación, por el campo, por lo que ellos mismos suelen denominar el “cordobesismo”, una idea que pergeñaron para explicar que la provincia que gobiernan no debía seguir la doctrina peronista ni radical, sino la de los valores de esa tierra mediterránea, afirmada en sus intereses provinciales pero, más que nada, en su rebeldía frente a los que quieren humillarla.

Amenazar a Córdoba con ahogar su libertad y vocación por un camino propio, no solo no asusta a la mayoría de los cordobeses, sino que los reafirma en el camino contrario. Y tampoco se los engaña tan fácil como pueden creer de algún laboratorio político porteño.

Alberto Fernández se sacó varias fotos con Natalia de la Sota durante la campaña presidencial. Igual, Macri le ganó por más de 30% en Córdoba.

Una foto -dos, tres, diez- del candidato presidente Alberto Fernández con la legisladora Natalia De la Sota, la hija del inventor del “cordobesismo” no conmueve a las mayorías cordobesas. Y si Schiaretti sigue representando a la mayoría es, simplemente, porque no corrió en auxilio del aplastante ganador en las elecciones PASO del 11 de agosto, al punto que en el Frente de Todos están convencidos de que en las presidenciales no fue prescindente, sino que jugó para Mauricio Macri.

Por cierto, no es sencillo comprender desde una mirada porteña que, si en el conurbano bonaerense un 60% votó a Fernández-Fernández de Kirchner, en Córdoba están orgullosos de haber votado a Macri también con el 60% de los votos, aún sabiendo que perdía. Es su manera de expresar que son distintos, una postura que los cordobeses llevaron con orgullo incluso en los momentos de mayor autoritarismo de Cristina.

Pero si Córdoba es diferente, ¿qué se puede decir de Río Cuarto? Distinta entre los distintos, la segunda ciudad en importancia de la provincia mediterránea llevó a De la Sota a mudarse al distrito para terminar de comprender la audaz idiosincracia de su clase media, hiperproductiva y abierta al mundo, que nada quería saber con el peronismo. Y mal no le fue. Luego de declarar a Río Cuarto como “capital alterna” de la provincia, en el 2016, después de varios turnos radicales, ganó un peronista: Juan Manuel Llamosas.

Por esas cosas de la política, la primera batalla electoral después de la llegada del Frente de Todos a la Casa Rosada será por la intendencia de Río Cuarto. Llamosas va por la reelección, con una curiosidad que hace historia. Por primera vez, Unión por Córdoba (el PJ, digamos) va con el kirchnerismo y se llamarán Hacemos por Córdoba. Puede parecer un asunto menor, pero en Córdoba es casi una revolución, y sobre todo en Río Cuarto, que tiene una universidad dominada por las ideas K y siempre se sintió ajena de la política local. Ahora, de volver a ganar el peronismo, serían oficialismo.

Pero en las elecciones generales les tocó perder. Ganó Macri, como en el resto de la provincia. Sacó el 56.18% de los votos frente a 31.95% que obtuvo el Frente de Todos. Frente a esa derrota aplastante, que se repitió en todos los distritos de la ciudad, Llamosas no se inmutó y, además de felicitar a Fernández por su victoria nacional, lo calificó de “una persona mesurada, responsable y sin revanchismos, que buscará convocar a todos”.

Ahora lo lógico sería que el peronismo cordobés gane las municipales, pero la victoria no está garantizada. La principal oposición también logró mantenerse unida, a pesar de la difícil prueba por la que pasó en Córdoba, donde el radicalismo se dividió en la oferta a gobernador, lo que facilitó la reelección de Schiaretti pero, en el camino, perdió la capital cordobesa, donde ganó el peronista Martín Llayllora.

El candidato de unidad entre la UCR, el PRO y la CC se llama Gabriel Abrile, ex secretario de Desarrollo Social, Salud y Deporte de la Ciudad, que ganó las internas de su partido. El ordenamiento del radicalismo y el PRO de los últimos meses ayudó al posicionamiento y logró conformar una lista de unidad, que hasta incluyó al juecismo.

Los tres grandes partidos de la coalición ya están trabajando para las elecciones que se desarrollarán el 29 de marzo, las únicas que habrá en todo el año en el país. Colaboraron en el cierre de la lista y empezaron a moverse para obtener fondos, lo que por cierto ya no es sencillo para la oposición, que ya no gobierna la Nación.

Con todo el aparato nacional y provincial en contra, lo lógico es que pierdan. Sin embargo, si la economía no repunta y el campo sigue sin confiar en el gobierno nacional, creen que tienen alguna chance.

“Paradójicamente, la unidad del peronismo en Córdoba les juega en contra”, le dijo a Infobae un dirigente radical. Y agregó: “El kirchnerismo los puede desdibujar, sobre todo si exhiben demasiado respaldo de la Nación y llevan muchas figuras del Gobierno nacional a Río Cuarto. Si yo fuera ellos, solo haría cordobesismo, pero como me parece que no es lo que harán, a nosotros nos queda siempre el recurso de nacionalizar».

Nacionalizar, para la oposición, es llevar figuras como Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich o Alfredo Cornejo a respaldar la campaña de Abrile, lo que se está evaluando por estos días. Todo indicaría que, a partir del jueves, irá una figura de Juntos por el Cambio por semana y se empezaría con Cornejo, de modo de levantar el perfil de una campaña que el oficialismo cordobés busca enfriar, para arremeter en los últimos diez días y con recursos.

Mientras tanto, Llamosas y Schiaretti están abocados a concretar las obras que Wado de Pedro les prometió para Río Cuarto: cordón cuneta, pavimentos, desagües, más valiosas en los períodos preelectorales que las palabras de cualquier partido. La situación económica de Río Cuarto es compleja, ya que está endeudada en dólares y debió reperfilar su deuda, pero -hasta ahora- la oposición no haría campaña con esa agenda.

Reunido el intendente con Wado de Pedro, lo que más destacó fue el compromiso del Gobierno de “poner en valor a Río Cuarto como capital alterna de la provincia de Córdoba”, que el ministro del Interior cumplió esta semana que pasó, al enviar al Congreso el proyecto que la designa como sede del gabinete federal en esa provincia.

Como la oposición, el peronismo todavía tiene que terminar de decidir si el Presidente viaja a hacer campaña por Llamosas la última semana. Su presencia es un activo que no funcionó en ninguna de las ciudades a donde viajó durante la campaña presidencial, porque ni en Mendoza, ni en Mar del Plata, ni en La Plata, ni en Córdoba, por dar algunos ejemplos, sirvió para que ganen los candidatos del Frente de Todos.

El que sí está pendiente de Río Cuarto es Schiaretti, donde viaja a menudo y tiene buena imagen -aún- entre quienes siempre eligieron a Macri en las elecciones nacionales.

Entonces, ¿habrá foto Fernández-Schiaretti antes del 29 de marzo en Río Cuarto? “Aunque el Gringo no me atienda el teléfono, yo trabajo para eso”, dijo un dirigente peronista, dolido porque el Gobernador cree que fue traicionado por el grupo de peronistas que apostó por el Frente de Todos.

Hasta ahora, todo indicaría que Schiaretti está muy lejos de buscar una foto con el Presidente en Río Cuarto para asegurar la victoria. Cordobés de pura cepa, no escuchará el canto de las sirenas de la Casa Rosada si su comarca corre algún peligro con la presencia del Presidente en medio de la campaña.

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