Las negociaciones de paz entre Kiev y Moscú están encalladas desde finales de marzo, cuando Rusia anunció una retirada de sus tropas de los alrededores de Kiev y anunció que se concentraba en el Donbás, en el este de Ucrania.
Estados Unidos anunció el martes el envío a Ucrania de los sistemas HIMARS (High Mobility Artillery Rocket System), unos lanzacohetes múltiples que tienen un alcance de unos 80 kilómetros.
El viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, dijo el miércoles que esta nueva batería de ayuda militar «refuerza el riesgo» de un enfrentamiento militar entre Rusia y Estados Unidos.
Rusia informó, además, que está tomando medidas para «minimizar» el impacto del embargo sobre su petróleo acordado por la Unión Europea a raíz de la guerra en Ucrania.
«Estas sanciones tendrán un impacto negativo para Europa, para nosotros y para el conjunto del mercado energético mundial. Pero hay una reorientación [de la economía rusa] que nos permitirá minimizar las consecuencias negativas», declaró Peskov, el portavoz del Kremlin, durante una rueda de prensa.
Los dirigentes de la Unión Europea acordaron el lunes un embargo parcial de las importaciones de petróleo ruso antes de que concluya este año.
Bruselas confía así privar a Rusia de una parte de sus ingresos energéticos que le permiten financiar la guerra en Ucrania.
Esta medida forma parte del sexto paquete de sanciones europeas, que también incluye la exclusión del sistema SWIFT de tres bancos rusos.
Moscú suele relativizar el impacto de las sanciones occidentales sobre su economía.
Pese al embargo parcial de petróleo, Rusia aún cuenta con las exportaciones de gas a Europa, mucho más importantes que las de crudo.
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