Sexta luna de Cosquín: los tonos encendidos del norte, con Los Tekis en el centro de la agitación

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i de la piedra alta y el cielo cercano de la Puna jujeña venía la brisa que calaría el alma de la Plaza de la sexta luna, no había mejor modo de comenzar que con un homenaje a nuestro charango mayor, Jaime Torres, fallecido hace pocas semanas.
Lo trajo el jujeño Bruno Aires, que planteó una celebración de tonos encendidos no sólo en los trajes de los bailarines que se desplegaron a lo ancho del escenario, sino también en los sonidos andinos (de sikus, pinkullos y otros instrumentos) que elevaron una sentida evocación.
Vital e impactante fue la apertura, como lo sería el resto de la presentación de uno de los artistas más inquietos y sustanciosos del momento folklórico, que impregna su arte con gestos rebeldes y palabras comprometidas.
“Es una noche de homenajes y de referentes”, dijo. Y el tributo que siguió fue para Jacinto Piedra, “un sentimiento”, mientras que el referente que convocó fue el boliviano Willy Alfaro, todo un nombre en la música andina.
Bruno Arias junto al boliviano Willy Alfaro. (Comisión Municipal de Folklore)Bruno Arias junto al boliviano Willy Alfaro. (Comisión Municipal de Folklore)
Invitó a la cantora Ángela Irene, al notable cuarteto Karé, a 20 violinistas y a decenas de bailarines para acompañarlos en un tránsito que concluiría en la agitación de un “pogo norteño”, según convocó Arias. La  plaza quedó de pie, conmocionada por lo vibrante del capítulo.
Del paisaje humano de la Puna, acto seguido, el ballet jujeño Juventud Prolongada vino a representar la fiesta taurina de Casabindo, donde cada 15 de agosto se pelea con el toro para quitarle una vincha. Además de ser reconocido por los diez años de su primera vez en la plaza, sostuvo el entusiasmo.
Milena Salamanca, en tanto, venía con  su propio homenaje: para Atahualpa Yupanqui, justo en el día de su cumpleaños número 111.  Sorprendió su aparición en escena alcanzando al frente del escenario con pasos de danza, pero cuando empezó a cantar Piedra y camino, el micrófono abrochado en su ropa no la acompañó y un extraño silencio atravesó la plaza.
Pero que bastó que retrocediera y se parara delante de uno que si funcionaba para que su consistencia de cantora se reafirmara como toda una  realidad. Su voz cada vez más abierta en posibilidades, más el sabor para cantar motivos de la tierra norteña de sus mayores, apuntalan el camino a esta joven nacida en La plata.
Milena Salamanca en pie de baile (Comisión municipal de Folklore)Milena Salamanca en pie de baile (Comisión municipal de Folklore)
Llegaron entonces los Guitarreros. Salteños ellos, abordaron zambas con ese modo de cantar fuerte y casi siempre al unísono cuando lo hacen los tres juntos, en la línea nochera. Una cumbia y una saya fueron los condujo a que la Plazas les reclamará otra. Y esa otra fue el Himno a Cosquín, con el que dejaron sentado el caudal de sus voces.
Jujuy regresó otra vez, ahora con la delegación oficial para “Postales de provincia”. Sostenida en voces y reconocidas (Tomas Lipán, entre ellas), la puesta derramó más colores vivos y dosis de la alegría de carnaval.
“Colores norteños” se titulaba la noche: el arte jujeño parece que no prescindir de ellos ni aún cuando el ánimo describe viejas soledades, como acaso sucede con la cara al sol del célebre cerro Purmamarca.
La hora de Los Tekis
Pero volvamos a la plaza. Fue entonces que  la.nieve loca que había flotando levemente en el aire refrescado se lanzó a toda espuma: Los Tekis estaban en escena. Esos sí, precedidos de un preámbulo rockero, la otra personalidad del grupo de identidad  jujeño.
En una plaza que no le faltaba mucho para verse completa, muchos se quedarían todo el concierto como los encontró el impulso original frente a la irrupción de la banda: de pie en las butacas.
La gente, de fiesta  con Los Tekis (Comisión Municipal de Folklore)La gente, de fiesta con Los Tekis (Comisión Municipal de Folklore)
Temas tradicionales.norteños, cumbia, saya, composiciones propias, todo atravesado por la constancia del fuerte pulso bolichero de la batería, hacen el centro de la.fórmula de su paso agitador. Ese paso es el gran objetivo, sin demasiado lugar para sutilezas ni honduras entre las inquietudes.
No somos nada, Y que pasó, Te pido en agosto (con la asistencia en la pantalla de Luciano Pereyra, protagonista del último video de la banda), Soy soltero (con La Cantada), Hasta el otro carnaval jalonaron el paso
Para el final, la suelta de papelitos y más chorros de nieve loca fue también una suelta de carnaval en forma de postal. El humahuaqueño y Cómo has hecho fueron los últimos alimentos. Y tanta gente seguía parada en la platea…
Imágenes en danza
Y si era por carnavalear, La Rioja trajo su propia harina de chayar con Josho González y Flor castro, dos voces sumadas con sentido y consistencia que le dan forma al dúo Simiente. Entre chayas, anotaron una chacarera de Ramiro González (Los amanecidos) y una zamba de Ramón Navarro (Coplas del valle), es decir, de uno de los notables autores de hoy y del gran símbolo del folklore riojano.
Todo el momento tuvo además un valioso aporte: la danza la aportó el Grupo Integrado de Danzas Los Únicos. Formado por integrantes con sin discapacidad y con discapacidad (tres varones con síndrome de down), representa un acto de integración verdadera y consecuente que fue saludado por la plaza.
“Queremos dar ese mensaje de la inclusión. El grupo se formó hace cuatro años en la Cámara de Diputados de la Nación a través del sindicato del personal legislativos (APL). El mensaje que queremos dar es el de la inclusión de un modo real y verdadero. Es también una manera de contención; el arte es sanador”, dice la directora Danisa Herrera, mendocina que estudia en la Universidad de Nacional de Las Artes (UNA), en Buenos Aires.
El Grupo Los Únicos danza en la presentación de Josho González y Flor Castro (Comisión Municipal de Folklore)El Grupo Los Únicos danza en la presentación de Josho González y Flor Castro (Comisión Municipal de Folklore)
Luego, otro ballet, La rebelión, ganador del Pre Cosquín en conjunto de danza, llegaría para plantear un exquisito cuadro (“Recuerdos: buscando un rayo de luz”). La voz y la creación perpetua de Atahualpa Yupanqui fue el soporte de la inspiración; conmovida, la plaza le devolvió un sostenido reconocimiento con buena parte de pie.
La danza, cada vez más, abre surcos en la sensibilidad de la gente y en el corazón del Festival y genera momentos especiales. Tal vez la inmensa legión de bailarines espontáneos de folklore que se sumó en las últimas décadas, tras la renovación que plantearon Silvia Zerbini y Juan Saavedra, se miran en el espejo de los que bailan en el escenario. Como antes se miraban en “El Chúcaro” y Norma Viola las multitudes que pasaban por las clases de folklore en la niñez o las academias del barrio.
También bailaron en dos entregas con aplausos la pareja de baile que fuera Revelación 2018, integrada por Andrés Ramos y Patricia Echenique.
“El Indio” montaraz
Al final, los colores del.norte se mudaron a orillas del Pilcomayo. Ya en el rol de artista de cierre, el Indio Lucio Rojas, lo asumió tirando un zapateo apenas asomó, como no podía ser de otro modo.
Acompañado por su hermano Alfredo, arremetió con dos chacareras intensas y luego con su canción-mensaje Nunca es tarde.  Con la pareja de bailarines constantemente a su lado, el Indio persiste con su vocación danzante como un rasgo distintivo.
Siempre subrayando su pertenencia al chaco natural y cultural (del que tiene parte el norte argentino y Paraguay y Bolivia), la confirma en sus razones musicales.
“Para cantar chaqueñamente alcanza con mi voz sencilla y fuerte”, dice precisamente el tema Chaqueñamente. Su voz puede remitir a esa descripción, su caudal es destacado así como su manera de manejarlo.
El Indio Lucio Rojas y su hermano Alfredo, en pleno baile (Comisión Municipal de Folklore)El Indio Lucio Rojas y su hermano Alfredo, en pleno baile (Comisión Municipal de Folklore)
Las chacareras se esa región montaraz tienen un paso algo más apurado y siempre define su color por el sonido del violín. Bombo y violín era toda la materia original. Alguna vez Jorge Rojas nos contaba que mientras las agudas notas del violín tenían el poder de atravesar la espesura y llamar a una reunión bailable en el medio del monte, luego, los bailarines más habilidosos le pedían más velocidad al bombo para destacarse. Y así se fue consolidando un modo.
Las voces de Orán y luego el Chaqueño Palavecino marcaron el camino de una música regional que se volvió familiar para el público del país.
Para rubricar la raíz fronteriza común de la música, el Indio invitó al cantor boliviano Dalmiro Cuellar Ayala, y entonaron varios temas a la par. Un interesante gesto de afirmación cultural.
Siguió la maratón de chacareras empapadas de Pilcomayo, mientras más bailarines armaron una coreografía de patio gaucho en esos pagos.
El muchacho que nació a los escenarios como parte de Los Carabajal, apeló también a los ritmos que atraviesan la región y a través de una y otra saya hizo que las caderas se salieran de las butacas. Y así cerró una noche que, hasta aquí, acaso fue la más sobresaliente en su paso por Cosquín.
Fuente: La Vos

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