Como ambientalistas tuvimos la oportunidad de participar en una marcha en su pueblo (La Florida, Tucumán) por pedido de justicia, sabíamos de su hombría de bien de sus denuncias y sus buenas intenciones; hoy la sociedad totalmente consternada y descreída mira absorta desde la vereda del frente al límite que se llegó; nadie, ningún vecino, no sólo de la provincia, sino de la República entera cree en el suicidio de un hombre que luchaba contra los traficantes de la muerte, un hombre que luchó a favor de la vida, denunció y puso las cartas sobre la mesa, interponiendo frases como;” los que deben hacer algo por los jóvenes miran para otro lado”; “nuestra juventud está en peligro” y cuántas otras más fuertes, chocantes e irritantes para los que se benefician con la venta de materia fecal en pastillas, por así decirlo.
Resulta inadmisible el renunciamiento voluntario de un ser humano de convicciones firmes y valientes, nadie cree en el suicidio, ni remotamente, no se puede renunciar a la vida si se pelea contra la muerte. Existen cosas en la vida que por propio sentido común, sin tener resoluciones científicas nos muestran el vector y flecha direccional a seguir.
Pregunto, nos dominarán definitivamente los malos? Nuestros jóvenes están en PELIGRO, la droga se vende como aspirinas en las esquinas, digo: eso queremos para las generaciones que nos siguen, una juventud diezmada y destruida por las drogas, sin rumbo, sin esperanzas?
Párrafo aparte, por escribir esto, dejamos sentado los ambientalistas que ninguno de nosotros tenemos la intención de suicidarnos, escribimos lo que todo el pueblo siente y piensa.
Ahora viene el juzgamiento social, alguien deberá hacerse cargo. Vayan todos nuestros respetos a un hombre íntegro que puso los naipes sobre la mesa y no miró para otro lado como lo hacen muchos de los que deben dar respuesta al pueblo. Padre Juan, tu sacrificio ojalá no sea en vano.
Pedro Martínez
Casacas Verdes de Conciencia Ambiental Tucumán