“Te voy a enseñar a respetar”: denunciaron a un comisario por desfigurar a una mujer en un calabozo

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El 10 de octubre pasado, Gisela Knorr (35) fue detenida por efectivos de la Comisaría Tercera de San Clemente del Tuyú tras protagonizar un accidente de tránsito. A bordo de una moto y en contramano, la mujer había golpeado el espejo de un auto que justo salía de un hotel ubicado en la calle 13 de la ciudad costera, perdió el equilibrio y cayó. El choque fue menor. Gisela y el amigo que la acompañaba (dueño de la moto) resultaron ilesos, mientras que la dueña del vehículo, exaltada, llamó inmediatamente a la policía. Knorr fue llevada a la dependencia. Horas después y en circunstancias que aún no fueron esclarecidas, fue víctima de una brutal golpiza mientras estaba supuestamente alojada en el interior de uno de los calabozos. Ante la Justicia, declaró días después que la persona que la golpeó fue Roberto Romero, el jefe policial de la comisaría.

Gisela lucha contra la adicción a la drogas desde hace varios meses y para ello sigue un tratamiento que incluye el suministro de medicación psiquiátrica. Al verse encerrada y esposada, la mujer empezó a pedir desesperada a los gritos que necesitaba cuanto antes sus remedios. Golpes de puño y patadas contra la puerta de la celda fueron la única manera que encontró para llamar la atención de los efectivos de la comisaría. Nada servía hasta que de un momento a otro se dio inicio a una secuencia -siempre según el relato que dio ante la Justicia- llena de violencia.

“Quién es la loquita que grita”, habría dicho el comisario Romero para luego ingresar, furioso, al calabozo y golpear varias veces el rostro de la detenida. “Gisela quedó de rodillas y luego le dio no sé cuántas piñas más. Le desfiguró la cara”, relató a Infobae Noelia, la hermana de la víctima, quien hizo la denuncia por “violencia institucional” ante la UFID N° 1 de la jurisdicción a cargo del fiscal Gustavo Mascioli, quien calificó por los delitos de vejaciones y apremios ilegales. La causa recién comienza.

“Yo te voy a enseñar cómo se respeta a la comisaría, yegua hija de puta, drogona de mierda”, fueron parte de los insultos que presuntamente le profirió mientras la golpeaba salvajemente, de acuerdo con la denuncia hecha por la hermana. En ese momento, la mujer perdió prácticamente el conocimiento y finalmente fue llevada al Hospital Municipal de esa localidad, donde quedó internada y fue entrevistada por un equipo de psicólogos, una dato clave para desentrañar la historia.

Por la gran cantidad de golpes, Gisela no pudo identificar a la persona que la había agredido. No pudo decir en ese momento que había sido Romero, según su relato. Estaba confundida y había cosas que no recordaba. Salvo por un detalle: la vestimenta del golpeador. Knorr le contó a los profesionales que la atendieron que el hombre que la atacó era de “contextura alta, vestido de remera blanca con un logo en el medio, camisa a cuadrille y un jean”. Hasta ese momento parecía la descripción de un civil. Sin embargo, sucedería algo que cambiaría todo.

Algunas horas después, al hospital llegó un hombre vestido exactamente igual al relato de la mujer, que se identificó como el comisario Romero y que venía a buscarla a Gisela para que continuara con la declaración. Una de las psicólogas que había hablado con la víctima inmediatamente se dio cuenta de que el jefe policial podía ser el presunto atacante y junto con otros dos colegas no permitió que Knorr fuera trasladada. Todo quedó consignado bajo la firma de los tres especialistas.

“Como vio que no pudo llevársela, pidió que la esposaran a la cama. Los médicos tampoco lo permitieron y entonces dejó a un efectivo de consigna”, detalló Noelia.

La hermana en ese momento se acercó al centro de salud pero le impidieron entrar porque Gisela estaba incomunicada a causa de su detención. A la mujer no le importó la medida, ingresó y pudo constatar de acuerdo a su testimonio las heridas que Gisela tenía en la cara y en varias partes del cuerpo. Sacó varias fotos para que quedara constancia -que hoy ilustran esta nota- y se acercó a la fiscalía de turno para hacer la denuncia.

Allí le dijeron que no era necesario que lo hiciera, porque supuestamente la víctima ya había sido liberada. Noelia insistió para dar cuenta de la golpiza y le dijeron que ya había un fiscal de oficio. Sin embargo, el martes 15 de octubre, la mujer, acaso por las dudas de que todo quedara en la nada, se acercó y radicó la denuncia en la UFID Nº1. Todo el material fotográfico y audiovisual fue aportado a la justicia.

Por las secuelas psicológicas que le dejó el episodio, el equipo de salud de mental del hospital donde estuvo internada hasta esta semana recomendó que Knorr no declarara. Finalmente, hace dos días, la mujer pudo ser entrevistada por el fiscal de la causa a pesar de quedar con un ojo comprometido y quemaduras. “Estamos en etapa de investigación, recolectando testimonios. Se va llamar a personal municipal, de la comisaría, hablamos con la hermana y con la víctima. Vamos a aportar la historia clínica y ver qué elementos hay para ver si existió lo que presuntamente pasó”, dijo el fiscal Mascioli a Infobae.

“Cuando mi hermana llegó a la comisaría estaba lo más bien. Hay un video que la muestra sin golpes, riéndose con los policías. Ella había ingerido alcohol. El test le dio positivo y ella admite que tomó. La moto le quedó retenida porque estaba sin los papeles. Después supe que al amigo sí lo liberaron”, continuó Noelia con su relato. Este intercambio entre policías y detenida, amigable a simple vista, quedó registrado en un video que también es parte de esta nota. Allí se observa cómo Noelia le explica a lo efectivo el altercado de tránsito en el que lo único afectado fue el espejo del auto que salía del hotel.

Sin embargo, es aquí donde comenzó a gestarse el problema. Además de su problema con la adicción, Gisela es una mujer asmática. Mientras esperaban al personal de Faltas que se acercaba para labrar el acta, pidió que la llevaran al hospital para que le suministraran un inhalador, ya que en el accidente había perdido el aerosol. Un efectivo la acompañó al sanatorio e inmediatamente volvieron a la comisaría. Por un motivo que no fue esclarecido, Knorr y una oficial comenzaron a discutir fuertemente, lo que obligó a los uniformados a reducirla y esposarla. Fue ahí que ingresó al calabozo, escenario donde presuntamente fue golpeada por Romero.

En este punto surgen diferencias en el relato. Por un lado, Noelia, su hermana, sostiene que si Gisela agredió a una de las policías que discutían con ella, fue producto del forcejeo típico de una detención. Además, recordó la condición psiquiátrica de Gisela, que sumada a una situación tensa como es una detención, podrían generar cierta reacción violenta por parte de la mujer. “Entre cinco policías la tiraron al piso y la esposaron”, señaló.

En el relato del procedimiento al que tuvo acceso este medio, los oficiales dieron cuenta de que Knorr supuestamente perdió el control y comenzó a dar golpes y lastimar a una de las uniformadas. Si esto efectivamente fue así, sucedió después del momento registrado en el video.

Otro dato aportado en la denuncia es que dentro de la comisaría había otros tres detenidos que “fueron llevados al fondo” y que no vieron lo que ocurrió. Al ser preguntada si algún otro efectivo fue testigo, Gisela aseguró que “dos chicas y dos jóvenes habrán visto lo que ocurrió». Todos los nombres fueron aportados al fiscal para tomar testimonios. El comisario Romero aún no fue indagado.

“Los inspectores de tránsito y los agentes declararon que mi hermana se autoinfringió esas lesiones. Eso no fue así”, sostuvo Noelia. De hecho, cuando le preguntaron esto mismo, Gisela dijo algo sumamente lógico: “Si se hubiera golpeado contra los barrotes, las lesiones estarían en la nariz y en la cabeza”. Las heridas más importantes las tiene en los ojos, tal como se observa en las fotos. “Nosotros aportamos los nombres de los psicólogos, quienes están dispuestos a declarar y contar lo que pasó”, agregó.

Después de que el caso tomó estado público y las imágenes se viralizaron en redes sociales, el concejal Marcelo Pavka presentó un proyecto de ordenanza en el que expresa su repudio contra la agresión y en el que pide al Ministerio de Seguridad bonaerense que aparte preventivamente de su cargo al comisario mientras se lleva adelante la investigación.

“Tomamos este caso con el mismo principio de un caso de violencia de género, que es creerle siempre a la víctima”, dijo el concejal en diálogo con Infobae, quien lamentó que Romero siga cumpliendo “sus funciones tranquilamente, cuando lo que corresponde es que sea al menos separado”. Asimismo, destacó que el área de Recursos Humanos de la Municipalidad haya intervenido y brinde hoy asesoramiento a la familia de la víctima. “Es importante que la gente se involucre y tome conciencia. Y que el policía que lo piense hacer, lo piense dos veces”, señaló el edil.

“No se trata de de ir contra toda la policía. Porque no son todos. Es sacar únicamente a las manzanas podridas del cajón”, concluyó Pavka, quien dijo que tienen la responsabilidad como concejales de expresar el repudio ante este tipo de casos, que “no son los primeros ni van a ser lo últimos”.

Desde el Ministerio de Seguridad provincial aseguraron que Asuntos Internos abrió un sumario para investigar el caso con una auditoría preventiva. El organismo de control policial, según estas fuentes, se contactó con los familiares de Gisela: evalúan la declaración de la víctima así como la de policías que intervinieron en el hecho, solicitaron informes médicos

Se evalúan posibles desafectaciones. También, se intenta confirmar si el comisario Romero estuvo presente en la dependencia policial cuando ocurrieron las agresiones.

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