Los campos magnéticos asociados con las tormentas geomagnéticas inducen corrientes en los conductores largos, incluidos los cables de energía, lo que puede provocar apagones.
En octubre de 2003, tormentas geomagnéticas «extremas» provocaron apagones en Suecia y dañaron transformadores de energía en Sudáfrica.
La mayor tormenta solar de la que se tenga registro es el «evento de Carrington», de 1859: destruyó la red de telégrafos en Estados Unidos, propinó descargas eléctricas y la aurora boreal fue visible en latitudes inéditas, hasta América Central.
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