Tras oír los testimonios de antiguos prisioneros y guardias norcoreanos, un juez de jerarquía y sobreviviente de Auschwitz concluyó que los campos de concentración del país comunista son igual de terribles y quizás incluso peores que los campos nazis del Holocausto.
La nota que publica Washington Post refleja que Thomas Buergenthal, que sirvió en la Corte Internacional de Justicia, es uno de tres juristas que han determinado que Kim Jong-un debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad por la forma en que su gobierno utiliza las brutales prisiones políticas para controlar a la población.
«Creo que las condiciones en los campos de concentración norcoreanos son tan terribles, o incluso peores, que las que vi y viví en mi juventud y en mi larga carrera profesional en el campo de los derechos humanos», dijo Buergenthal, que estuvo detenido en Auschwitz y Sachsenhausen cuando era niño, así como en el ghetto de Kielce, en Polonia.
Sus declaraciones formaron parte de un panel que también incluyó a Navi Pillay, un juez sudafricano que presidió el Tribunal Penal Internacional para Ruanda y luego se convirtió en el alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos, y Mark Harmon, un juez estadounidense que trabajó en los casos de crímenes de guerra de Yugoslavia y Camboya.
Los tres jueces escucharon pruebas presentadas por antiguos prisioneros, guardias y expertos de la materia en el marco de una investigación iniciada por el Colegio de Abogados Internacional.
En su informe final, que será publicado el martes, determinaron que había abundantes pruebas para acusar al régimen de Kim Jong-un de 10 de los 11 crímenes de guerra reconocidos a nivel internacional-entre ellos el asesinato, la esclavitud, la tortura y la violencia sexual– relacionados con el uso de los campos de prisioneros políticos.
«No hay una situación comparable en ninguna parte del mundo, ni en el pasado o el presente «, dijo Pillay. «Esto es realmente una atrocidad en su máxima expresión, donde toda la población es objeto de intimidación».
Las prisiones políticas en Corea del Norte fueron creadas para separar la población carcelaria común y corriente de los «enemigos del Estado» que han cometido delitos políticos, y para castigarlos por ellos con trabajos forzados sin fin.
Pero también se puede estar allí como parte del «castigo por tres generaciones», según el cual las dos generaciones siguientes a un detenido son condenadas al mismo destino para «limpiar» su «sangre contaminada».
Según expertos, se estima que existen alrededor de 130.000 presos políticos recluidos en cuatro enormes campamentos, donde se ven obligados a realizar trabajos forzados, a menudo en minas, y reciben muy pocos alimentos, ropa o calefacción.
Los tres jueces del Colegio de Abogados Internacional oyeron los testimonios y leyeron declaraciones juradas de ex presos y guardias que abarcaron un período desde 1970 a 2006.
Parte de la evidencia incluía historias de violaciones, embarazos, y abortos forzados que a menudo causaban la muerte de las prisioneras.
Un doctor que fue detenido por intentar de escapar a China contó que fue desnudado y colgado boca abajo, golpeado, torturado con fuego o agua y también le echaron agua mezclada con pimienta picante en la nariz y en la boca.
Otro testigo que desertó cuando fue designado a un puesto en la embajada de Londres, Thae Yong-ho, dijo que conocía personalmente a algunos oficiales que fueron enviados a prisiones políticas en el marco de las purgas que sucedieron al arresto de Jang Song-thaek, tío político de Kim Jong-un.
De los 11 crímenes de lesa humanidad enumerados en el estatuto de la Corte Penal Internacional, los jueces encontraron pruebas de que el régimen norcoreano había cometido todos ellos con una única excepción: el apartheid.
«Dado que la estructura de liderazgo de Corea del Norte está estrechamente controlada, Kim Jong-un y su círculo íntimo merecen ser procesados bajo el principio de responsabilidad de mando», dispuso el informe.
Según el Juez Pillay, la comunidad internacional no debería impedir que el régimen norcoreano rinda cuentas por sus abusos. «Esto es especialmente horrible. Se ha mantenido durante tanto tiempo, sin ninguna ayuda para la gente de Corea del Norte del mundo», lamentó.