Un satélite de observación atmosférica de casi seis toneladas que dejó de funcionar en 2005 y que ahora está sin control, caerá a la Tierra en los próximos días, según ha anunciado la NASA.
Los expertos calculan que el ingreso en la atmósfera del satélite UARS se producirá el viernes próximo, con un margen de un día más o menos, y señalan que, a medida que se acerque el momento, podrán dar datos más precisos. Tampoco es posible indicar por ahora dónde caerá, aunque es muy probable que lo haga en algún punto sobre el océano, ya que la mayor parte de la superficie del planeta es agua.
Dado que el satélite está en órbita con una inclinación de 57 grados respecto al ecuador, cualquier pieza del mismo que no se queme en la reentrada atmosférica caería entre los 57 grados de latitud norte y los 57 sur. Los expertos de la NASA estiman que los fragmentos podrían extenderse en una franja de unos 800 kilómetros de largo. La probabilidad de que un trozo del satélite caiga sobre una persona es de 1 en 3.200, es decir, «extremadamente remota», según ha informado la NASA.
En el UARS no quedan combustibles tóxicos y los expertos han calculado que 26 grandes fragmentos del mismo podrían resistir la reentrada en la atmósfera, incluidas piezas de titanio y depósitos. El artefacto mide 10,7 metros de largo y 4,5 de diámetro.
El UARS (Upper Atmospheric Research Satellite) fue lanzado al espacio, a bordo del transbordador Discovery hace 20 años (12 de septiembre de 1991), con una masa de 5.668 kilogramos más combustible. Era un satélite, que costó 750 millones de dólares, para hacer mediciones de la capa de ozono y de la composición química de la alta atmósfera, así como de los vientos y las temperaturas en la estratósfera. Con diez instrumentos científicos a bordo, tomó datos necesarios para comprender mejor el papel de la alta atmósfera en el clima terrestre y la variabilidad climática.
Funcionó en órbita, a unos 580 kilómetros de altura sobre la Tierra, hasta diciembre de 2005 y, desde entonces, ha ido cayendo poco a poco. Los especialistas que hacen constantemente el seguimiento de las piezas de basura espacial calculaban que este año caería a la Tierra, a finales de septiembre o principios de octubre, y se ha adelantado un poco la fecha respecto a las previsiones iniciales, seguramente debido al fuerte incremento de la actividad solar que se está registrando.
A medida que se aproxima el momento de la reentrada, los expertos del Joint Space Operations Center (JSOC), en la base de la Fuerza Aérea de los EEUU en Vandenber (California), van acumulando más datos sobre el satélite y van mejorando sus predicciones de hora y lugar de caída.
No hay comunicación con el artefacto y el seguimiento de su trayectoria se realiza mediante radar y telescopios, pero el efecto del flujo solar y la propia orientación del UARS influyen en su caída. El JSOC, a partir de ahora, informará diariamente acerca de la reentrada del satélite, y en las últimas 24 horas emitirá varias notificaciones con todos los datos y alertas, según informa la NASA.