La canasta básica total (CBT, o canasta de pobreza) aumentó en junio un 3,2%, según informó el Indec. De esa manera, quedó empatada con la variación que tuvo ese mes la inflación. Con ese número, una familia compuesta por cuatro personas –dos de ellas, niños de 8 y 6 años– precisó el mes pasado tener un ingreso de $66.488 para no ser considerada pobre.
Por su parte, la canasta básica alimentaria (CBA) registró ese mes un incremento de 3,6 por ciento. Este indicador está influido principalmente por la suba de los alimentos, que en los últimos meses registró una aceleración. De esa manera, una familia de cuatro miembros necesitó $28.414 para no ser indigente.
En en el último año, la canasta básica tuvo una suba de 51,8%, por lo que estuvo por encima de la variación del IPC, que en los últimos doce meses alcanzó el 50,2 por ciento. Con una diferencia aún mayor, la canasta alimentaria fue en junio 57,6% más cara que en ese mes del año pasado, lo que muestra el peso de los alimentos en la inflación de los últimos meses.
Solo en lo que va del año, de todas formas, ambas canastas tuvieron un incremento de precio igual o menor a la inflación. La canasta básica, por ejemplo, tuvo una suba de 22,3% en los primeros seis meses del año, mientras que la alimentaria lo hizo en 25,3%, por lo que igualó la variación del IPC de la primera mitad del 2021.
Los dos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica –que además de alimentos incluye otros ítems del gasto como indumentaria, salud, transporte o educación– determina la denominada “línea de pobreza”. Es decir, los hogares con ingresos menores a la CBT son los que pasan a ser considerados pobres.
De la misma manera, la canasta alimentaria –que tiene un alcance limitado a bienes de primera necesidad– es la que configura la “línea de la indigencia”: aquellas familias que no lleguen a cubrir los ingresos necesarios para adquirir la CBA son indigentes.
Los datos del Indec marcan que una familia de compuesta por una mujer de 35 años, su hijo de 18 años y su madre de 61 años requirió en junio $52.932 para no caer bajo la línea de la pobreza y $22.621 para no ser indigente, mientras que una que está integrada por un varón y una mujer, ambos de 30 años, y tres hijos de 5, 3 y 1 año necesitaron $69.931 para no ser considerados pobres y $29.885, para no ser considerados indigentes.
Los últimos datos oficiales sobre pobreza a nivel nacional marcan que el 42% de la población en el segundo semestre del 2020 es considerada pobre, con un incremento de casi siete puntos porcentuales respecto del mismo período del 2019, mientras que la indigencia se ubicó en el 10,5 por ciento, frente al 8 por ciento del mismo período del año previo. Los datos del primer semestre del 2021 se darán a conocer en septiembre.
La Ciudad de Buenos Aires tiene una primera aproximación a cómo continuó la evolución de ese indicador social en los primeros meses de este año. De acuerdo a un informe oficial hecho por el instituto estadístico porteño, la pobreza aumentó en el primer trimestre de 2021 y alcanzó al 26,5% de la población, lo que representa unas 817.000 personas.
De ese total, unas 290.000 son consideradas indigentes por no poder cubrir la canasta alimentaria. De esta manera, ambos indicadores llegaron a su nivel más alto desde que el gobierno porteño comenzó la medición, en 2015.
Según ese informe, hubo un cambio en las razones que explican el aumento de la pobreza. En ese sentido, una tesis del reporte es que el incremento de la pobreza de 2021 está más ligada a la aceleración inflacionaria que a la pérdida de puestos de trabajo por las restricciones de actividad durante la pandemia, que había sido la razón principal a lo largo de 2020.