Mientras brilla en su personaje en Piel de Judas, Mónica Antonópulos contó cómo es compartir el escenario con Susana Giménez en el teatro Lola Membrives, con dirección de Arturo Puig y aseguró que no le fue nada fácil componer su personaje, ya que mantiene una disputa con el de la diva.
«Estoy contenta de haber parido a Nicole en este proyecto que requiere mucho trabajo», dijo feliz la actriz en diálogo con Catalina Dlugi en La Once Díez.
Sin embargo, no es un trabajo fácil: «Una obra de estas características con el antecedente de que la hizo Ana María Campoy requiere un respeto enorme y viene Susana Giménez después de 24 años a hacer teatro y eso es un gran suceso y se ha vivido así desde el primer momento, las primeras reuniones y ensayos».
Para ella, estar sobre el escenario con la diva de los teléfonos es algo nuevo: «No hay experiencia así, hay que acompañarla por el peso que tiene y genera desde miedo, alegría, responsabilidad y todos juntos con el gran equipo de actores, directores, estamos acompañándonos».
Otro plus, es el particular público de Susana: «El teatro es un estadio, te va cargando el ruido y uno tiene la suerte de tener el público de Susana que es súper divino, vienen a disfrutar, bien predispuestos, generosos».
Mónica explicó que su personaje es el de una periodista un tanto cínica que siempre se enamoró de hombres casados y que por eso entra en una suerte de competencia con el personajes de Susana, en la que el trofeo es Grimau: «La obra es divertida pero tiene una profundidad en lo que tiene que ver con esta disputa».
«Tenía mido porque dije ‘me van a odiar’, pero es un placer y me llevó mucho tiempo para que este personaje le falte el respeto y hubo algo personal que tuve que superar, por lo que genera Susana y en eso Arturo y Selva me ayudaron mucho. Tuve que atravesar muchas barreras personales para pararme delate de este monumento que es Susana», concluyó.