“De paso por Clodomira ya voy llegando a San Gil; cantaré las alabanzas que a mi santo prometí; polvaredal sigo tu luz, quiero llegar hasta tu cruz”, reza el “Escondido de la alabanza” describiendo el paisaje de Sacha Pozo donde se celebra la festividad del Señor de San Gil. Pero esta jornada fue especial ya que los devotos pudieron tomar gracias, ante la imagen ya entronizada, en la nueva capilla que fue iaugurada pasadas las 11 de la mañana.
Como cada 1 de setiembre, una multitud se congregó en el santuario, algunos llegaron caminando, otros a caballo y en distintos medios de movilidad para cumplir con sus promesas y hacer peticiones al santo milagroso.
Pasadas las 11, se hicieron presentes en el lugar el vice gobernador Ángel Nicolai junto a otros funcionarios para concretar la inauguración oficial de la capilla, que abrió sus puestas en la madrugada de este primero de septiembre.
Bendición
Tal como lo dice la tradición, los fieles se hicieron presentes portando banderas argentinas y las que identifican a San Gil, las rojas (portadas por los hombres a caballo) y las amarillas que son empleadas para ir marcando los lugares adonde llega el Santo a dejar su bendición.
Tampoco faltaron los repiques tradicionales de los bombos que acompañaron al santo durante la celebración y las largas colas para poder tomar gracias frente a la imagen del patrono de los campesinos, como lo denominan.
La misa central se desarrolló pasadas las 16 y, posteriormente, se realizó la procesión desde el santuario hasta el lugar donde fue encontrada la imagen sagrada, a un kilómetro aproximadamente, donde los promesantes aprovecharon para recibir la bendición pasando bajo la imagen del santo.
Fueron muchas las muestras de fe que pudieron observarse, algunos cumplían promesas, otros agradecían, pero todos con una devoción que en pocas ocasiones se manifiesta.
La celebración se desarrolla normalmente según lo expuesto por las autoridades policiales, quienes manifestaron que ya habían pasado más de 5.000 personas promediando las 15.
La fiesta de San Gil dejó, una vez más, una clara muestra de fervor popular y la fe en el santo de los pobres.
