Por Miguel Coria. Especial para La Banda Diario
Si una palabra sirviera para definir la trayectoria artística del armonicista Hugo Díaz sería: “Insuperable”.
Su vida dentro de la música transitó en los mejores escenarios del mundo, interpretando la armónica, ese instrumento de viento que soplaba o aspiraba, extrayéndole las mejores notas musicales.
Víctor Hugo Díaz, nació en la ciudad de Santiago del Estero un 10 de agosto del año 1925 y murió un 23 de octubre de 1977. Fue un músico autodidacta, intuitivo, con un talento natural superlativo, logrando que la armónica, sólo condicionada a juegos de niños, llegase a ocupar un lugar importante dentro del mundo de la música.
La primera vez que llegó a sus manos la armónica, fue un regalo de su padre cuando estuvo internado siendo niño, por haber perdido la visión. Allí sólo sus manos y dedos y luego sus labios comenzaron a conocer el secreto del instrumento que con los años le dio fama y prestigio mundial, convirtiéndolo en una figura fundamental de la música argentina.
A partir del regalo de su padre y luego de esa historia desgraciada en su infancia, él y la armónica firmaron un pacto de no separarse jamás. El niño Hugo, jugaba a la pelota con sus amigos del barrio, pero luego se sentaba a un costado del potrero, sacaba su armónica del bolsillo del pantalón corto y tocaba la música que escuchaba en la radio.
Su inicio fue en la Orquesta de Educación Infantil dirigida por el maestro Leopoldo Bonell. Su debut profesional como músico fue en el año 1936, en el salón auditorio de la vieja L V 11 Radio del Norte mostrando su talento juvenil con la armónica.
Más tarde, y luego de un tiempo de diversas actuaciones en nuestra provincia, emprende el viaje a Buenos Aires para exponer ante la gran ciudad sus dotes de músico.
Ya en Buenos Aires, en el año 1949 formó su primer conjunto integrado por su esposa, Victoria Cura, su cuñado Domingo Cura, José Jerez, Julio Carrizo y Nelsón Murua.
Debutó en Radio Splendid y sólo un par de actuaciones sirvieron para que los porteños admiraran a nuestro comprovinciano. A partir de entonces Hugo Díaz consiguió el triunfo, pero su talento era tan grande que su meta no tuvo límites. La culminación llegó cuando se convirtió en un virtuoso del instrumento.
Fue un grande de verdad. No sólo se quedó en el género musical que lo vio nacer, el folclore, sino que expandió su arte por otros géneros como el tango, el jazz, la música clásica.
Por sus conjuntos pasaron músicos prestigiosos como: Mariano Tito en vibráfono, Kelo Palacios y Rodolfo “Zurdo” Ovejero en guitarras, Eduardo Lagos y Osvaldo Berlingieri en piano, Oscar Alem en bajo, Eduardo Ávila en quena y los bailarines Carlos Saavedra y Adela Gutierrez.
La apertura musical de Hugo Díaz permitió que recorriera el mundo y que actuara en los mejores escenarios de Japón, Francia, Alemania, España, Grecia, Dinamarca y muchos países europeos. En su primera visita a Alemania contó con el apoyo de los fabricantes de armónicas Honher, los más importantes a nivel mundial.
Realizó una serie de grabaciones junto a Duke Ellington y Ella Fitzgerald en Bruselas, con Louis Armstrong durante una gira por Alemania y Francia y con Sarah Vaughan en EEUU (1953) y a Renata Tebaldi y Mario del Mónaco en la Scala de Milán (1955).
Hugo Diaz fue uno de los grandes intuitivos, músico, compositor, virtuoso de la armonica, dueño de una trayectoria artística insuperable, un artista inolvidable que los santiagueños siempre debemos recordar porque fue un embajador de nuestra música, de nuestra cultura, porque más allá de los caminos del mundo que tanto recorrió, nunca olvidó su tierra con la que siempre tuvo una relación infinita y eterna.
Lástima que el área de Cultura del gobierno de la pcia no se ocupe de estas cuestiones como debiera ser. El interés sólo se dá para algunos que ya conocemos.-