«Queremos poner fin a estos enfrentamientos, hay gente muriendo, son chicos jóvenes que tiran piedras a la policía», comentó el manifestante Osama Abu Seree, de 30 años, en la primera pausa significativa de la violencia desde el sábado: los enfrentamientos pararon a medianoche en la plaza Tahrir y en otros puntos después de que los reclamantes acordaron con la policía permanecer en el lugar.
Pero los miles que llenan la plaza siguen decididos a protestar por la muerte de más de 30 personas en los incidentes violentos y rechazan la oferta del Ejército de un referéndum sobre su autoridad. «El se va, nosotros no», declaraba una pancarta en referencia al jefe del consejo militar, el mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi.
A la luz de la violencia, el ministro del Interior, Mansour el-Essawy, presentó un informe a la junta militar proponiendo el aplazamiento de las elecciones parlamentarias previstas para el 28 de noviembre, dijo el jueves la televisión Al Yazira, citando fuentes anónimas. No fue posible verificar de inmediato la información.
Las elecciones, que comenzarían el lunes, han sido calificadas como las primeras libres en celebrarse en Egipto en las últimas décadas. El Ejército y los Hermanos Musulmanes, que prevén tener buenos resultados en las elecciones, dicen que deben seguir adelante, pero muchos de los manifestantes son reacios a confiar en los militares para supervisar una votación limpia y entregar el verdadero control del país al ganador.
La popularidad de los generales ha caído en los nueve meses transcurridos desde que apartaron al presidente Hosni Mubarak de su cargo y juraron liderar al país hacia una democracia civil, al crecer las sospechas de que estaban maniobrando para mantenerse en el poder más allá de las elecciones.
Tantawi se ha comprometido a adelantar los comicios presidenciales y ofreció un nuevo gobierno interino, pero los manifestantes no están convencidos. «El consejo militar debe irse y entregar el poder a los civiles. No quieren irse para que su corrupción no quede expuesta», dijo el estudiante Ahmed Essam, de 23 años. Y agregó que se unió a las protestas cuando vio la policía antidisturbios golpear a manifestantes pacíficos el sábado. «Todo es como en los tiempos de Mubarak», sintetizó.