Por Miguel Coria. Especial para LA BANDA DIARIO
Don Aristóbulo Argañaraz fue el sucesor de una de las primeras familias que habitaron, los tiempos primigenios, en esta orilla del Río Dulce y de la cual heredo esa finca que con los años se transformó en uno de los lugares que aún pervive en la memoria bandeña.
Su abuelo fue Genoario Argañaraz y en al año 1861 el Rey de España le obsequió unas tierras en reconocimiento por haber participado en la Batalla del Ceibal.
Allí se instaló la familia, edificaron y procrearon una estirpe de la cual Aristóbulo, “Tilo” para todos, fue el continuador inquebrantable de ese sustrato tradicional de su familia.
Fue maestro y actor de una vasta trayectoria en teatro y en el cine nacional. Además, fue el conductor en los años sesenta, cuando recién llegó la televisión a nuestra provincia, del ciclo “Peña Talacasto”, donde oficiaba de presentador de músicos y cantores santiagueños.
Casado con María Feliciana Acuña, esposa y eterna compañera, tuvieron un hijo, Carlos Eduardo, fue esa su familia la que lo acompaño hasta el final de sus días. Siempre recordó su etapa de actor, profesión que lo llevo a conocer teatros de Buenos Aires, y dejar atrás esos caminos breñosos y solitarios del interior santiagueño donde conoció muchas aulas rurales.
Pero su recuerdo más latente es su casa, su finca, sus rosales, ese gran patio grávido de plantas frutales, donde aprendió el sentido de la amistad, convirtiéndose en un gran anfitrión, recibiendo en su casona invitados anónimos y con nombre propio atendiéndolos a todos por igual en forma adecuada y brindándoles la mejor atención.
La Salamanca, de Tilo fue el lugar de encuentro de la bohemia santiagueña ybandeña por esos años. Aquellos encuentros, hoy recordados todavía, fueron la reunión de artistas, poetas, cantores, músicos, fiestas a donde presentaba a todos sus invitados.
Entre los visitantes ilustres, cuentan que hasta un Presidente de la Republica – Dr. Arturo Ilia- caminó por entre medio sus rosales. Músicos como Eduardo Falú y Atahualpa Yupanqui, no perdieron la oportunidad de conocer la belleza del lugar.
Hoy “La Salamanca” de “Tilo” Argañaraz, todavía perdura a pesar del tiempo. Subsiste los años, y cuando pasamos por esa esquina de Lavalle y Balcarce en nuestra ciudad, estoy seguro que los que conocen la historia del lugar, miran, se asoman e imaginan que en sus albores fue el sitio donde nuestro pueblo buscaba alegría y amistad, el placebo para curar la tristezas que a veces produce la vida diaria.
En los años noventa el “Festival de La Salamanca” lo homenajeó, como era costumbre por aquellos años. Esa noche fui testigo del momento donde esa otra “salamanca”, el festival, lo recordaba como a una de las grandes personalidades bandeñas. El no pudo asistir, ya estaba muy enfermo, su familia subió al escenario “Jacinto Piedra” para recibir la distinción.
Aristóbulo Argañaraz, “Tilo”, para todos, sin duda es el paradigma de la Bandeñidad. Como lo son muchos nombres que guarda la historia de nuestro pueblo, grandes trabajadores de nuestra cultura, y que desde el lugar que ocuparon dentro de la sociedad, estoy seguro que lo hicieron pensando en un futuro venturoso para las generaciones venideras, y sembraron abundante amistad, como “Tilo” Argañaraz, y soñaron esperanzados con un mundo mejor. No los defraudemos.