La distancia que tomó Alberto Fernández de la Argentina es solo momentánea. Antes de partir a España profundizó vínculos políticos no para tener respaldo en la campaña sino ya para pensar el día después. El 11 de diciembre, la primera Navidad, el Fin de Año y el verano son parte de la preocupación del candidato a presidente que está seguro de que el 27 de octubre ganará la elección y alcanzará la Presidencia sin balotaje.
La columna vertebral de un posible gobierno serán las cinco reglas que compartieron con Néstor Kirchner cuando el santacruceño llegó al poder en el año 2003.
La primera regla es alcanzar el superávit fiscal y comercial; la segunda es acumular reservas; la tercera es el desendeudamiento; la cuarta un dólar competitivo y la quinta será bajar la inflación que, según anticipó, no espera que llegue a un dígito sino hasta el término del que sería su primer mandato. «Toda medida que tomemos no debe afectar estas reglas», suele repetir el candidato a presidente del Frente de Todos.
En ese marco su obsesión será ir bajando la inflación y mejorando el salario real. Sabe que los bolsillos flacos explican el voto a su favor. También la falta de empleo.
}Para armar su plan conversa con economistas de distintas escuelas, desde los propios como Cecilia Todesca a Emmanuel Álvarez Agis, o Martín Redrado y Carlos Melconian que maneja un volumen de datos superior a la mayoría de los economistas, afirma.
El 40% de pobreza, el default y el 55% de inflación anticipan un 2020 de recesión.
¿Cómo encontrar la salida a la crisis? La pregunta se reitera en las charlas en las que al candidato, sentado sobre una creciente autoestima alimentada por 12 millones de votos, lo llevan a asegurar que tiene la respuesta.
Desde que fue elegido como el pre-candidato del frente por Cristina Kirchner buscó apoyo político en sindicalistas, gobernadores e intendentes. Repitió la ronda antes de partir hacia Madrid para pedir que cuidaran la estabilidad en estos días. Habló con sindicatos y organizaciones sociales, con Juan Grabois y su amigo Fernando ‘Chino’ Navarro, y a todos les pidió lo mismo: contener. Si gana les pedirá lo mismo: paciencia y colaboración durante los primeros meses de gestión.
Como en 2015 Mauricio Macri, o como en 2003 su amigo Néstor Kirchner, sabe que arrancará con una cuota de poder político que le permitirá tender puentes y negociar para conseguir aire al menos por un tiempo. Si amplía el caudal de votos y saca más ventaja, sabe que ese aire será mucho mayor.
Ninguna garantía más grande que el peronismo y el sindicalismo alineados, afirma. Las permanentes conversaciones con sindicalistas kirchneristas y la ampliación a la CGT y a los Moyano, Hugo y Pablo, le garantizan el suficiente apoyo gremial como para un acuerdo que dure entre 120 y 180 días y una calle ‘tranquila’. El plazo le parece suficiente a Fernández como para empezar a ordenar los salarios y las jubilaciones, una demanda que ponen los argentinos en las urnas junto con los votos.
De a poco, con las conversaciones que mantiene, se convence de que los empresarios también estarán alineados y que incluso podrían acordar precios para garantizar la canasta básica de alimentos y frenar la carrera entre salarios e inflación. Cinco o seis actores permitirán la «concertación de los alimentos» se le ha oído decir, incluso en la conversación con la misión del FMI cuando a modo de ejemplo comentó el precio del pan y los lácteos.
Alberto Fernández planea cambiar la estructura económica y para ello se apoyará en un nuevo mapa del país. Hoy, sostiene, se privilegia la región pampeana pero él, en cambio, intentará responder a la demanda de los gobernadores que piden un paso hacia el Pacífico, buscará recursos en Vaca Muerta y en la minería (Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y Salta) y tal como le dijo días atrás a los representantes de la Mesa de Enlace Agropecuaria, en el campo. No les prometió bajarles retenciones aunque sí impulsar una reforma impositiva más justa. Y a los gobernadores les anticipa una posible rediscusión de la coparticipación y un plan federal que tome en cuenta las diferentes necesidades de cada región.
Sabe que sus votantes le exigen generar empleo e impulsar políticas para pymes y la industria. Ha repetido que si es presidente no avalará una reforma laboral en los términos que impulsó, sin éxito, Mauricio Macri. Pero en conversaciones privadas con empresarios como Marcos Galperin, el favorito de Cambiemos, reconoció que hay que reducir costos en aportes de los que se podría prescindir así como también ajustar los convenios donde hay privilegios o «abusos». El ejemplo de los trabajadores petroleros en Vaca Muerta se impone. La única condición que considera es que sean producto de las conversaciones entre empleados y empleadores.
La desdolarización de las tarifas será, prometió, su primera medida. Ya casi no habla de ello. El mensaje lo recibieron las empresas proveedoras de servicios y Fernández piensa que ya no hace falta volverlo a repetir.
A cada sector Alberto Fernández le hizo la misma promesa: hablar y consensuar. Incluso espera seguir en esa senda con el FMI.
El 29 de agosto, Fernández dejó un mensaje en sus redes sociales al término del encuentro con Daniel Pelegrina (Sociedad Rural Argentina), Carlos Achetoni (Federación Agraria), Carlos Iannizzoto (Coninagro) y Dardo Chiesa (CRA): «El campo es una pieza fundamental para encender la economía y volver a crecer.Me fue grato volver a encontrarme con los miembros de la Mesa de Enlace Agropecuaria. Hemos dejado atrás los desencuentros y hemos decidido trabajar entre todos para poner de pie a la Argentina».
Este lunes, en el Día de la Industria, dejó un mensaje a través de su equipo de comunicación: «Entre quienes especulan y quienes producen, estamos con los que producen. Un abrazo a todos los trabajadores y empresarios de la industria en su día. Tienen mi compromiso: vamos a levantar las persianas de las fábricas y vamos a poner a la Argentina de pie».