En la CGT oficial, la que conduce el binomio Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estacioneros), los ánimos están caldeados.
La razón tiene nombre y apellido. Hugo Yasky. El referente de la CTA de los Trabajadores. El que después de 28 años pretende retornar a la Confederación General del Trabajo.
El mismo jueves en que el sindicalista de extracción docente recibía la bendición de los gremios que integran la CTA para iniciar las tratativas con el Confederal cegetista, unos 50 secretarios generales de la CGT y las 62 Organizaciones Peronistas resolvieron que esto no sucederá, al menos así como está planteado.
Lo resolvieron durante un almuerzo en el camping del Sindicato Único de Trabajadores y Empleados de la CABA (SUTECBA), que lidera Amadeo Genta.
Según pudo saber Infobae, el encuentro fue organizado por el gastronómico Luis Barrionuevo, el titular de la CGT Azul y Blanco. El mismo que apoya la carrera presidencial de Roberto Lavagna, ex ministro de economía de los presidentes Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.
Del convite participaron varios pesos pesados del gremialismo nacional, también denominados “los gordos”.
Entre otros, además del dueño de los quinchos, estuvieron, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Omar Maturano (Fraternidad), Acuña, Hugo Benítez (Textiles), Juan Martini (Tabaco), Luis Cejas (Viajantes), Carlos Sueiro (Aduaneros), Abel Frutos (Panaderos), Julio Piumato (Judiciales) y Argentino Geneiro (Gastronómicos).
La inmensa mayoría de la dirigencia sindical tradicional cuestiona la ideología “izquierdista” de los principales referentes de la CTA, pero también muchos de ellos -Maturano y Acuña son dos que lo expresan- se sienten incomodados por el rol preponderante que comenzó a jugar Alberto Fernández en el movimiento obrero.
Fueron Barrionuevo y Genta quienes decidieron armar la reunión para el mismo día en que Moyano, Palazzo y Omar Plaini (Canillitas) asistían al convite de Yasky en el microestadio de Lanús.
El plenario de la CTA tenía como invitado estelar al candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, pero que también contaba con la presencia y la oratoria del diputado Máximo Kirchner y la candidata a la vice gobernación de la provincia de Buenos Aires, Verónica Magario.
Moyano, Palazzo y Plaini, entre otros, abandonaron la conducción de la CGT en 2018 por entender que el entonces triunvirato (sumado a la dupla actual estaba Juan Carlos Schmid, de Dragados y Balizamientos) “no representan los intereses de los trabajadores”, según la opinión expresada por el secretario adjunto de Camioneros, Juan Pablo Moyano.
Un dato no menor fue la ausencia en el evento del todos los dirigentes de la conducción de la CGT.
Fernández llegó a Lanús alrededor de las 18.30. Para entonces Daer, su hombre de confianza en el sindicalismo, y por ahora el apellido que suena fuerte para ocupar el Ministerio de Trabajo si el ex jefe de Gabinete kirchnerista llega a la Casa Rosada, ya le había advertido que varios popes sindicales se oponían a la unidad de la CGT con la CTA de los Trabajadores y que un rato antes habían enviado fuertes señales de inconformidad.
Sin ir más lejos, Maturano, el representante de los conductores de trenes había expresado: «En el futuro gobierno, los trabajadores debemos ocupar un lugar en organismos como el PAMI, la Superintendencia de Servicios de Salud o la Anses. El país que viene no tendrá nada de alegre, porque transcurrirán sin duda dos años de sufrimiento”.
De esa manera, el integrante del Consejo Directivo de CGT puso en palabras lo que Infobae adelantó la semana pasada, los lugares de poder que pretenden ocupar los sindicalistas en caso que Fernández reemplace a Mauricio Macri en el Gobierno.
Como es su costumbre, sin pelos en la legua, Maturano se opuso al ingreso de la CTA de Yasky a la central obrera en fuertes términos: “Los que quieren vendernos una unidad del movimiento obrero, son algunos de los que nos castigaban públicamente a través de los medios y nos acusaban de ser burócratas».
El primero en saludar con aplausos esas frases fue Barrionuevo. El resto lo siguió con energía.
Quizás envalentonado por el tronar de las palmas, el dirigente ferroviario dedicó parte de su discurso a Fernández aunque se cuidó de mencionarlo: “No podemos hacer caso al futuro presidente que nos venga a decir a quién poner al frente de la CGT, porque eso lo eligen los trabajadores».
Según reconstruyó este medio, las frases fueron vocalizadas cuatro horas antes de que Yasky recibiera el mandato de sus congresales para comenzar las tratativas de incorporarse a la CGT ante el Confederal cegetista.
Aún resonaban los aplausos a Maturano cuando tomó la palabra Lingeri, uno de los hombres de la CGT, que, como Barrionuevo, participó como funcionario del presidente Carlos Menem en la administración de las obras sociales, desde el ministerio de Salud.
“No vamos a convalidar ninguna otra central por fuera de la CGT”, sostuvo y recordó lo que antes había expresado por ejemplo, Amadeo Genta: “La actual conducción de la CGT tiene mandato hasta agosto de 2020 y si hay que adelantar las elecciones lo veremos en su momento».
Maturano, Acuña y Piumato, entre otros, ya habían dejado en claro que el candidato peronista del Frente de Todos sería el triunfador en las próximas elecciones generales.
Sin embargo, Lingieri recordó que «no hay que bajar los brazos” y continuó: “La vieja guardia dará todo lo que pueda para ganar el 27 de octubre y debe entenderse que el poder real que acompaña a Fernández son los gobernadores y la CGT, porque no es cosa de acercarse a los candidatos para obtener prebendas”.
Una de las palabras más esperadas bajo el quincho fue la de Carlos Acuña, el segundo titular de la CGT, junto a Daer (que no estuvo ahí, pero tampoco acompañando a su amigo Fernández en Lanús).
Él puso en contexto lo que en realidad ocurre, y lo que es muy probable que suceda: «La CGT la componen las federaciones y hoy no pueden los alcahuetes decir lo que hay que hacer. Abrimos la puerta de la CGT, pero no como CTA».
¿Qué quiso decir el hombre de Sergio Massa en la central de los trabajadores?
Solo serán aceptados en la CGT aquellos gremios que integren la CTA que tengan personería gremial plena, como por ejemplo la Asociación de Aeronavegantes, la Asociación del Personal Aeronáutico, o los gremios docentes que integran CTERA.
Es más, si bien se retiraron de la CGT, los docentes de CTERA (de allí y de SUTEBA proviene Yasky) en lo formal no dejaron la CGT.
¿Entonces qué sucedió? Dejaron de abonar la denominada “cuota de afiliación”. Es decir, que nunca fueron expulsados, ni estos solicitaron la desafiliación.
En la mesa chica de la calle Azopardo, hay otras cuitas por la que algunos “gordos” de la actual conducción de la CGT, por más que Daer le haya dado su palabra a Fernández, que pugnaría por la unidad del movimiento obrero; no permitirán que la CTA en pleno se una a la CGT.
Roberto Fernández, de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) es uno de los principales objetores. Y tiene sus razones. Enrolados en la CTA están los “metrodelegados” de los subterráneos porteños, que por izquierda supieron ganar espacios de poder, pero que hasta ahora consiguieron por parte del ministerio de Trabajo, solo la inscripción gremial, pero no personería.
Una razón que no es menor. Por ese motivo, por ejemplo, los “metrodelegados”, no pueden discutir paritarias, en cambio sí lo hace la UTA.
Dentro de la CGT también hay quienes afinan el lápiz y hacen cuentas, o simplemente un “poroteo” que enciende alarma dentro de la central obrera con vista a la renovación de autoridades prevista, en principio, para agosto de 2020.
En caso de ser incorporada la CTA a la CGT, como impulsa Alberto Fernández, la CTA sumaría una importante cantidad de congresales al momento de votar.
Solo CTERA, sostienen en el edificio de Azopardo, igualaría en congresales a los mercantiles de Armando Cavalieri.
Una cuenta algo más profunda inquieta más, todos los congresales que le corresponderían a la CTA empatarían los congresales UPCN, UOCRA y Sanidad.
Con los aportes que podrían llegar a hacer Camioneros, los pilotos de APLA y Bancarios –que tienen voz y voto porque no se desafiliaron- el próximo Confederal de la CGT tendría un resultado que podría inclinar la balanza hacia alguno de los dirigentes que cuenta con la simpatía de Alberto Fernández, es decir de la Casa Rosada, en caso que el candidato ganara las elecciones.
Como se ve, la puesta en escena de la pretendida unidad sindical del jueves pasado está lejos de ser un hecho y produjo un cimbronazo advertido por los viejos lobos de mar –o del sindicalismo vernáculo- como Luis Barrionuevo, que de manera silenciosa, pero al parecer efectiva, ya comenzó a mover sus piezas en el complejo tablero gremial argentino.