Conocerse realmente a uno mismo es un paso indispensable para acoger la voluntad de Dios en nuestra vida, dijo el papa Francisco dirigiéndose a los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para la cita semanal de la audiencia general.
Continuando la catequesis sobre el tema del discernimiento, explicó cómo esta dimensión de la vida cristiana, junto a la oración, exige también “el conocimiento de sí mismo, involucra nuestras facultades humanas: memoria, intelecto, voluntad, afectos. Muchas veces no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficiente, y entonces no sabemos lo que realmente queremos”.
“En la base de las dudas espirituales y de las crisis vocacionales -continuó Francisco- a menudo hay un diálogo insuficiente entre la vida religiosa y nuestra dimensión humana, cognitiva y afectiva. El olvido de la presencia de Dios en nuestra vida va de la mano con el desconocimiento de nosotros mismos”.
Conocerse no es difícil, pero requiere “un paciente trabajo de excavación interior”. “Requiere la capacidad de parar, de ‘apagar el piloto automático’, de tomar conciencia de nuestra forma de hacer las cosas, de los sentimientos que nos habitan, de los pensamientos recurrentes que nos afectan, y muchas veces sin nuestro conocimiento. distinguir entre las emociones y las facultades espirituales. No es lo mismo ‘siento’ que ‘estoy convencido’; no es lo mismo ‘siento’ que ‘quiero'».
Y para describir este trabajo, el pontífice usó la imagen de una experiencia común para aquellos que tienen que acceder a datos personales o preciosos en una computadora: «También la vida espiritual -dijo- tiene sus ‘contraseñas’: hay palabras que tocan el corazón porque se refieren a aquello a lo que somos más sensibles. El tentador, es decir, el diablo, conoce bien estas palabras clave, y es importante que nosotros también las conozcamos, para no encontrarnos donde no nos gustaría”. Saber reconocer estas contraseñas es en realidad la manera de «protegernos de los que inventan palabras persuasivas para manipularnos, pero también de reconocer lo que es realmente importante para nosotros, distinguiéndolo de las modas del momento o de lo llamativo y consignas superficiales».
Al respecto, Francisco señaló como de gran ayuda la práctica del examen de conciencia al final de cada día que la tradición cristiana siempre ha recomendado: «releer con calma lo que sucede en nuestro día – explicó el Papa – aprendiendo a notar en las evaluaciones y en las elecciones lo que más valoramos, lo que buscamos y por qué, y lo que finalmente encontramos. Sobre todo, aprendiendo a reconocer lo que satisface mi corazón. Porque solo el Señor puede darnos confirmación de lo que valemos. Nos lo dice todos los días desde la cruz: murió por nosotros, para mostrarnos cuán preciosos somos a sus ojos. No hay obstáculo ni fracaso que pueda impedir su tierno abrazo”.+
Pidamos el don de la paz para la martirizada Ucrania
En los saludos a los peregrinos, al término de la catequesis de la audiencia general del primer miércoles de octubre, el pensamiento del Papa se dirigió una vez más a la «martirizada Ucrania» y a San Francisco de Asís, patrono de Italia, celebrado ayer por la Iglesia.
“Invito a todos -dijo el Santo Padre- a imitar a san Francisco, patrono de Italia, cuya fiesta celebramos ayer: que su ejemplo de consagración a Dios, de servicio a los hombres y de fraternidad con las criaturas, guíe su camino”
Francisco recordó nuevamente la guerra que «está afligiendo a Europa del Este desde hace meses», exhortando a orar por el don de la paz: “No nos olvidemos de rezar por la atormentada Ucrania, pidiendo siempre al Señor el don de la paz”
En su saludo a los peregrinos de lengua polaca, el pontífice recordó a Santa Faustina Kowalska. «A través de ella – dijo – Dios mostró al mundo que debía buscar la salvación en su misericordia. Recordémoslo especialmente hoy, pensando sobre todo en la guerra de Ucrania. Como dije el domingo pasado en el Ángelus, confiemos en la misericordia de Dios, que puede cambiar los corazones, y en la intercesión maternal de la Reina de la Paz».+
AICA